Enunciación que tergiversa la situación real de las cosas. Gnoseológicamente, ya Aristóteles, definió la falsedad; consideraba falso lo que entra en contradicción con la realidad: si el juicio une lo que en la realidad está desunido o desune lo que está unido realmente, es falso. De la falsedad ha de distinguirse lo que carece de sentido, es decir, lo absurdo. Desde el punto de vista psicológico y ético, hay que diferenciar la falsedad consciente y la no intencionada. |