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En el amplio sentido de la palabra, propiedades psíquicas del individuo, cuya conducta regulan y a quien sirven como condición de su actividad vital. En potencia, las facultades se hallan representadas por un sistema de nexos no condicionados y condicionados, adaptado al cumplimiento de una actividad determinada. Al mismo tiempo, la formación misma de la actividad en que se descubren las facultades constituye una formación del correspondiente sistema de conexiones nerviosas. Las facultades constituidas se convierten en condiciones del desarrollo de facultades de un nivel más elevado. La facultad más general del individuo es la sensibilidad, que va perfeccionándose en el transcurso de todo el desarrollo, filo y ontogénico. Por facultades en un sentido especial, se entiende un complejo de propiedades psíquicas que hacen apto al hombre para cumplir un determinado tipo de actividad profesional, históricamente formado. En contraposición a los animales, cuyas facultades representan una síntesis de la experiencia de la especie y de la del individuo transmitida por los mecanismos de la herencia biológica, las facultades del hombre son un producto del desarrollo social. Su formación presupone que el individuo se asimila las formas de actividad elaboradas por el género humano en el proceso del desarrollo histórico-social. Tenemos, pues, que las facultades del hombre no sólo dependen de la actividad del cerebro, sino, ante todo, del grado de desarrollo histórico alcanzado por la humanidad. En este sentido, las facultades del hombre están indisolublemente ligadas con la organización social del trabajo y con el sistema de formación a ella adaptado. En la sociedad basada en la explotación, se frena por todos los medios el cultivo de las facultades de los trabajadores. Al mismo tiempo, se «justifica» la situación de las clases explotadoras por la carencia de facultades altamente desarrolladas en aquéllos. El desenvolvimiento multilateral de las facultades que abra a cada individuo el acceso a las diversas profesiones y formas de actividad, constituye una de las importantes tareas de la edificación del comunismo. |
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Factores objetivos y factores subjetivos de la Historia |
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Son dos tipos de condiciones del desarrollo social. Por factores objetivos se entienden las condiciones que, independientemente de las personas, determinan la orientación y el marco de su actividad. Tales son, por ejemplo, las condiciones naturales, el nivel de producción alcanzado, las tareas y necesidades del desarrollo material, político y espiritual que han alcanzado madurez histórica. Pertenecen a los factores subjetivos la actividad de las masas, de las clases, de los partidos, del Estado y de los individuos, su conciencia, su voluntad, su manera de actuar, &c. Los factores objetivos son siempre determinantes, pero su acción se manifiesta sólo a través de la acción de los factores subjetivos. Éstos sólo pueden desempeñar un papel decisivo cuando para ello están preparados los factores objetivos. La influencia de los factores subjetivos sobre el desarrollo social se acentúa al pasar de una formación económica-social a otra más progresiva, y se eleva con fuerza singular en la sociedad socialista, cuando por primera vez en la historia de la humanidad se hace posible desarrollar de manera planificada todas las esferas de la vida social, cuando las amplias masas del pueblo se incorporan conscientemente a la edificación del socialismo y del comunismo. |
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Una de las corrientes ideológicas dominantes en la antigua China. Entre sus representantes más notables figuraron Shan Yan (s. IV a. n. e.) y Han Fei (murió aproximadamente en el año 233 a. n. e.). Los [169] partidarios de la fa-kia, que expresaban los intereses de la nueva nobleza enriquecida por el desarrollo de las relaciones de cambio, lucharon enérgicamente contra las supervivencias del régimen gentilicio y de las tradiciones comunales y patriarcalistas, por la unión del país y del progreso histórico. Así, Shan Yan, después de llevar a cabo varias reformas durante el reinado Tsin, contribuyó a la formación del primer imperio chino a fines del s. III a. n. e. Fue Jan Fei quien dio una base filosófica a las concepciones económicas y políticas de la fa-kia. Consideraba que las leyes naturales (tao) determinaban el desarrollo de las cosas. La sociedad humana también ha de poseer sus propias leyes (fa) que sirvan al hombre de criterio para regir sus actos. Dichas leyes son el arma fundamental del Estado en lucha contra las fuerzas políticas y sociales conservadoras, por el fortalecimiento de la potencia y por su progreso del país. Han Fei y otros representantes de la fa-kia eran enemigos de la mística religiosa y de las supersticiones. |
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Enunciación que tergiversa la situación real de las cosas. Gnoseológicamente, ya Aristóteles, definió la falsedad; consideraba falso lo que entra en contradicción con la realidad: si el juicio une lo que en la realidad está desunido o desune lo que está unido realmente, es falso. De la falsedad ha de distinguirse lo que carece de sentido, es decir, lo absurdo. Desde el punto de vista psicológico y ético, hay que diferenciar la falsedad consciente y la no intencionada. |
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Célula de la sociedad; se basa en el parentesco conyugal y consanguíneo, es decir, en las relaciones entre marido y mujer, padres e hijos, hermanos y hermanas, &c. La vida de la familia se caracteriza tanto por procesos materiales como por procesos espirituales. Pertenecen a los primeros, las relaciones biológicas naturales, relaciones económicas y de consumo; a las segundas, las relaciones morales y psicológicas. La familia es una categoría histórica. Su vida y sus formas están condicionadas por el régimen económicosocial imperante y por el carácter de las relaciones sociales en su conjunto. En la remota antigüedad, las relaciones sexuales ofrecían un carácter desordenado, la familia no existía. Surge, ésta, en el período del régimen gentilicio sobre la base de la división del trabajo según el sexo y la edad y de la forma sedentaria de vida, cuando a la relación natural entre las personas de distinto sexo, se añadieron las relaciones y los intereses económicos. En el período del matriarcado, existía la gran familia matriarcal, la comunidad y el matrimonio por grupos, convertido luego en matrimonio por parejas. En el período del patriarcado, surge la gran familia patriarcal, la comunidad que, con el establecimiento de la democracia militar, se transforma en una pequeña familia patriarcal basada en el matrimonio monógamo, (monogamia). Al mismo tiempo, la mujer se convierte en propiedad de su marido, en su esclava. El fin principal de la familia pasa a ser el de la acumulación de riqueza y su transmisión a los herederos legítimos. Imprime una huella singularmente profunda en la familia, la propiedad privada de la sociedad burguesa. El tosco cálculo material, el beneficio comercial del matrimonio desempeñan en ésta un papel inmenso. Como complemento del matrimonio, se establece la prostitución legalizada. Tan sólo en el ambiente proletario surgen y se desarrollan relaciones conyugales y familiares libres de las deformaciones aludidas con el amor, la amistad y la confianza mutua como base. Ello se debe al incremento de la industria mecanizada, a la amplia incorporación de la mujer a la producción y a la vida social. La victoria del socialismo ha abierto amplios horizontes a la igualdad del hombre y de la mujer en todas las esferas de la vida social, en la producción, en la vida cotidiana, en la familia. El amor, el respeto mutuo, el cuidado por la educación de los hijos constituyen los principios morales mas importantes de la familia soviética. El Partido Comunista siempre ha concedido gran atención a las cuestiones relacionadas con el fortalecimiento de la familia, ha luchado y lucha contra las supervivencias del capitalismo en las relaciones familiares. En el período de la edificación comunista, a medida que se eleve el bienestar material de los trabajadores y arraiguen en la vida de la sociedad las normas de la moral comunista, se perfeccionarán las relaciones familiares. «...Bajo el comunismo, la familia se consolidará, las relaciones familiares quedarán definitivamente exentas de todo cálculo material, se alcanzará un alto nivel de pureza y estabilidad». («Documentos del XXII Congreso del P.C.U.S.», pág. 196). |
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(del griego fantasía: imagen psíquica, fruto de la imaginación). Imaginación que se caracteriza por una especial fuerza, por la brillantez y lo extraordinario de las representaciones e imágenes creadas. |
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(del francés «fauves»: fieras). Corriente del arte burgués; recibió la denominación de «fauves» después de una exposición que se celebró en 1904 y cuyos participantes, entre los que figuraban Henri Matisse, Raoul Dufy, André Derain, Albert Marquet, Georges Rouault, Maurice Vlaminck, Georges Braque y Van Dongen, se encontraban unidos por su actitud negativa no sólo frente al arte académico y naturalista, sino además frente a las tradiciones y leyes artísticas en general. Los fauvistas procuraban manifestar su descontento por la realidad capitalista afirmando el derecho del artista a deformar y presentar de manera primitiva los objetos y fenómenos representables, desorbitando en extremo los elementos, de la composición, la perspectiva, &c. Veían la misión del arte en apartar al hombre de las contradicciones de la vida, en infundir tranquilidad, en proporcionar al hombre satisfacciones a pesar de la encarnizada lucha que se sostiene en el mundo. A comienzos de 1920, el fauvismo se vio reemplazado por otras nuevas tendencias (expresionismo, surrealismo, &c.). |
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«...Es la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, chovinistas e imperialistas del capital financiero» («Documentos del XXII Congreso del P.C.U.S.»). El establecimiento del fascismo es un reflejo de la incapacidad de la burguesía dominante para mantener su poder recurriendo a los habituales medios «democráticos». El fascismo actúa al frente de las fuerzas anticomunistas, su golpe principal va dirigido, contra los partidos comunistas y obreros, contra las demás organizaciones progresivas. El régimen fascista se implantó por primera vez en Italia (1922), luego en Alemania (1933) y en otros varios países. En Alemania, el fascismo se presentó bajo la máscara del nacional-socialismo. El fascismo ha constituido la fuerza de choque de la reacción internacional; los estados fascistas, en primer lugar la Alemania hitleriana, desencadenaron la segunda guerra mundial. Es un mérito histórico del pueblo soviético ante toda la humanidad progresiva, el haber desempeñado el papel decisivo en el aplastamiento del fascismo germano. A pesar de la derrota total sufrida por los estados fascistas en la segunda guerra mundial, los elementos reaccionarios de algunos países imperialistas procuran resucitarlo en nuestros días. En el aspecto ideológico, el fascismo significa irracionalismo, chovinismo y racismo extremos, oscurantismo y antihumanismo. |
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(del latín «fatális»: funesto). Concepción filosófica según la cual en el mundo y en la vida humana todo se halla sujeto a la predeterminación del hado, del destino. Ya en la mitología antigua se encontraba difundida la idea de que los hados imperan sobre los hombres e incluso sobre los dioses. En la historia de la filosofía, la concepción del fatalismo recibió distintas interpretaciones en dependencia de cómo se resolvía el problema del libre albedrío. En la teoría de la predeterminación (ocasionalismo, armonía preestablecida, &c.), el hombre era concebido como un abúlico juguete de Dios o de la naturaleza, creado en cierta ocasión e incapaz de modificar el curso preestablecido de los acontecimientos. A esta variedad de fatalismo, que niega por completo el libre albedrío, se contrapone otra posición extrema: el voluntarismo. El fatalismo religioso (Islamismo, Agustín, Lutero, Calvino y otros) admitía con ciertas salvedades el libre albedrío del hombre, mas nunca pudo reconciliar la «buena» voluntad de Dios con la «mala» voluntad humana. El fatalismo alcanza su expresión acabada en las teorías filosóficas que preconizan la repetición absoluta de todos los acontecimientos en cada ciclo del devenir del cosmos («eterno retorno» de los pitagóricos, Nietzsche y otros). Esta concepción concibe la casualidad y la libertad del hombre como instrumento y premisa del destino, con lo cual reconoce que el hombre es el creador de su vida. Por ejemplo, en la filosofía de Nietzsche, fatalista hasta la médula y, al mismo tiempo, voluntarista, del «amor al destino» se desprendía la «voluntad de poder». Históricamente, el fatalismo ha desempeñado un papel reaccionario. Por una parte, el considerar el destino como un «plan» de la vida del hombre establecido desde arriba incitaba a la pasividad, a subordinarse servilmente a las circunstancias. Por otra parte, la seguridad en la omnipotencia de la voluntad suprema que conducía a los «elegidos del destino» a la victoria inevitable y al dominio favorecía el fanatismo religioso. |
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Aceptación gratuita de la veracidad de tal o cual fenómeno. La fe ciega en lo sobrenatural (Dios, ángeles, demonios, etc.) constituye una parte componente de toda religión. En este sentido, la fe no se diferencia de la superstición. La fe religiosa se halla contrapuesta al saber. No obstante, muchos filósofos idealistas intentan conciliar fe y saber o colocan la primera en el lugar del segundo (fideísmo). En el sentido corriente de la palabra, fe es la seguridad que se tiene en conclusiones científicas e hipótesis que en el momento dado aún no pueden ser demostradas experimentalmente. Semejante fe se apoya en el saber ya logrado y comprobado en la práctica. |
(del latín «fides»: fe). Doctrina que suplanta el saber por la fe o que, en general, asigna cierto valor a la fe. En una u otra medida, el fideísmo es propio de todas las teorías idealistas y expresa que la ciencia se subordina a la religión. |
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(del griego fainómenon: javoy: representación, fenómeno) Teoría del conocimiento basada en la tesis de que únicamente las sensaciones son objeto inmediato del conocer. El fenomenalismo extremo conduce al idealismo subjetivo: el mundo, es un «conjunto de «ideas»» de «complejos de sensaciones» (Berkeley, Empiriocriticismo), o al agnosticismo: no podemos saber lo que se esconde tras las sensaciones (Hume). El fenomenalismo moderado, al admitir la existencia de los objetos que se manifiestan en las sensaciones, conduce o a un materialismo inconsecuente que considera los objetos como cosas materiales (Locke), o al agnosticismo kantiano si los objetos son tenidos por «cosas en sí» incognoscibles (Kant, Mill, Spencer). En el positivismo moderno, el fenomenalismo adquiere forma lingüística, dado que su tesis capital se reduce a la posibilidad de expresar la experiencia mediante un lenguaje «objetivo» o «fenomenalista». En los últimos tiempos, algunos neopositivistas que en un principio aceptaban la posibilidad absoluta de reducir las enunciaciones acerca de las cosas a enunciaciones sobre el contenido de la conciencia, han empezado a comprender la inutilidad de semejantes tentativas. Desde el punto de vista del materialismo dialéctico, la tesis básica del fenomenalismo es inconsistente, ya que en éste el conocimiento se separa de la realidad. |
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(del griego fainómenon: representación, fenómeno). Concepto que designa lo que se nos da en la experiencia y conocemos a través de los sentidos. En la filosofía de Kant, el fenómeno en principio se diferencia del nóumeno, que queda más allá de los límites de la experiencia y no es accesible a la contemplación del hombre. Kant, mediante el concepto de fenómeno, intentaba separar radicalmente la esencia y la apariencia, considerando incognoscible la primera (Agnosticismo). Desde el punto de vista del materialismo dialéctico, no existe un límite tajante entre fenómeno y esencia; la esencia llega a conocerse a través del fenómeno. (Fenomenalismo, Fenomenología). |
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(del griego fainómenon: fenómeno, y lógoV: doctrina, tratado). Corriente idealista subjetiva fundada por Husserl; ha ejercido una gran influencia sobre la filosofía burguesa contemporánea. El concepto central de la fenomenología –la «intencionalidad» de la conciencia (su orientación hacia el objeto)– está destinado a sustentar el principio idealista subjetivo de que «no hay objeto sin sujeto». Los requisitos básicos del método fenomenológico son: 1) la reducción fenomenológica, es decir, abstenerse de formular juicios de cualquier clase que conciernan a la realidad objetiva y que rebasen los límites de la experiencia «pura» (o sea, subjetiva); 2) la reducción trascendental, es decir, el ver al propio sujeto del conocimiento no como un ser real, empírico, social y psicofisiológico, sino como conciencia pura trascendental. Las ideas de la fenomenología han servido de base filosófica al existencialismo (Max Scheler, Heidegger). Algunos filósofos burgueses (Sartre, Merleau-Ponty) oponen la fenomenología al materialismo dialéctico. Hay filósofos católicos (Edith Stein, Van Breda) que sintetizan fenomenología y neotomismo. Las conclusiones abiertamente idealistas e irracionalistas de la fenomenología han provocado una oposición en el seno mismo de la escuela fenomenológica, cuya ala izquierda procura mantener separada del existencialismo a la fenomenología, conservando sólo el imaginario «elemento racional» de la misma (Farber, en parte Roman Ingarden). El centro teórico de la corriente fenomenológica se encuentra en el archivo de Husserl, adjunto a la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica). |
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Categoría estética en que se reflejan los fenómenos de la realidad adversos a lo bello y en que halla su expresión la actitud negativa del hombre respecto a tales fenómenos. En contraposición a lo bello, lo feo en la sociedad se caracteriza por presentar obstáculos [172] a la libre manifestación y al florecimiento de las fuerzas vitales del hombre, por el desenvolvimiento limitado, monstruosamente unilateral, de dichas fuerzas, por la descomposición del ideal estético. En lo feo, la esencia humana se contradice a sí misma, se manifiesta bajo un aspecto deformado e inhumano, lo cual resulta patente en el arte a través de figuras como las de Golovliov, Pliushkin, Yago y otras. En el mundo burgués, lo feo predomina sobre lo bello, lo cual se refleja en la preponderancia de los tipos negativos sobre los positivos en el arte del realismo crítico, arte que utiliza las imágenes de los personajes y caracteres negativos para criticar y poner al desnudo los aspectos inhumanos de la vida que destruyen la belleza del hombre. En el arte auténtico, la representación estética de lo feo constituye una forma peculiar de la afirmación del ideal de belleza. Decía Belinski que toda negación, para ser viva y poética, ha de hacerse en nombre del ideal. La obra de educar al hombre de la sociedad comunista se encuentra indisolublemente vinculada a la lucha contra las supervivencias feas y repugnantes del pasado en nuestra existencia, que dificultan la creación, de una nueva sociedad. |
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(del portugués «feitiço»: artificial, fabricado). Veneración de objetos y fenómenos de la naturaleza; es una de las formas tempranas de la religión de la sociedad primitiva. El término «fetichismo» fue propuesto por el historiador y lingüista francés Charles de Brosses (1760). Al no conocer la esencia de los objetos materiales, el hombre les atribuía propiedades sobrenaturales, creía que dichos objetos (fetiches) daban satisfacción a sus necesidades. El fetichismo se halla relacionado con el totemismo y con la magia. Forma parte de muchas religiones modernas (adoración de iconos, de la cruz) (Fetichismo de la mercancía). |
Fetichismo de la mercancía |
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Representación tergiversada, falsa e ilusoria del hombre acerca de las cosas, mercancías y relaciones de producción; surge cuando impera el régimen de la producción de mercancías basado en la propiedad privada, sobre todo bajo el capitalismo. La aparición del fetichismo de la mercancía se explica por el hecho de que los vínculos de producción entre los individuos, en la sociedad basada en la propiedad privada, no se establecen de manera directa, sino a través del intercambio de cosas en el mercado, a través de la compra y venta de mercancías, adoptan la envoltura de una mercancía (se materializan), y, como consecuencia, adquieren el carácter de relaciones entre cosas, se convierten aparentemente en propiedades de las cosas, de las mercancías. Las cosas, las mercancías creadas por los hombres empiezan, en apariencia, a dominar sobre los propios hombres. Esta materialización de las relaciones de producción entre los hombres, de la dependencia en que el hombre se encuentra respecto al movimiento espontáneo de las cosas, de las mercancías, constituye la base objetiva del fetichismo de la mercancía. En los hombres surge la idea ilusoria de que las cosas mismas, las mercancías, por su propia naturaleza, poseen ciertas propiedades misteriosas, que en realidad no poseen. El fetichismo de la mercancía oculta la verdadera situación: la subordinación del trabajo al capital, la explotación de la clase obrera. En la superficie de los fenómenos, los relaciones entre los capitalistas y los obreros aparecen como relaciones entre poseedores iguales de mercancías. Todas las ideas ilusorias sobre la igualdad y la libertad engendradas por el capitalismo se apoyan en dicha forma tergiversada, inevitable en la sociedad capitalista, en que se manifiestan las categorías económicas. La economía política burguesa, vulgar, utiliza el fetichismo de la mercancía con el propósito de encubrir la auténtica naturaleza del capital y ocultar la causa verdadera de la explotación de la clase obrera. El primero en develar el secreto del fetichismo de la mercancía, sus raíces, su base objetiva, fue Marx. El fetichismo de la mercancía tiene un carácter histórico; desaparecerá cuando se aniquile el modo capitalista de producción. |
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Formación económico social establecida como resultado de la descomposición y hundimiento del régimen esclavista o del régimen de la comunidad primitiva; ha existido en casi todos los países. Las clases principales de la sociedad feudal son las constituidas por los señores feudales y por los campesinos. La clase dominante y explotadora de los señores abarcaba a la nobleza y al alto clero. Dentro de la clase dominante, existía una división jerárquica en estamentos, una subordinación de los pequeños señores feudales alos de mayor poderío. La Iglesia era una gran potencia feudal. Los campesinos explotados carecían de derechos políticos y jurídicos. En las ciudades, la [173] masa principal de la población se hallaba constituida por maestros, oficiales, aprendices y trabajadores no calificados. La base de las relaciones de producción dominantes bajo el feudalismo era la propiedad del señor feudal sobre los medios de producción, en primer lugar sobre la tierra, y la propiedad incompleta sobre el trabajador, la cual se expresaba en diversos tipos de dependencia personal del campesino respecto a su señor. Bajo el feudalismo, las fuerzas productivas sólo podían desarrollarse sobre la base del trabajo de los campesinos dependientes, quienes poseían su hacienda, instrumentos de trabajo insignificantes y se sentían algo interesados materialmente en el trabajo. El modo feudal de producción se caracterizó por la sucesión de tres tipos de renta de la tierra: trabajo gratuito en la tierra del señor (corvea), renta en especie y renta en dinero. La renta de la tierra constituía la forma específica de explotación en la sociedad feudal y con mucha frecuencia la renta no era sólo el producto del trabajo suplementario de los campesinos siervos, sino, además, una parte del producto de su trabajo necesario. El régimen del feudalismo se caracteriza por la economía natural y por el nivel bajo y rutinario de la técnica. La superestructura de la sociedad feudal se distingue por varios rasgos: el Estado feudal, por lo común aparecía bajo el aspecto de monarquía estamental o absoluta; en la vida espiritual de la sociedad, imperaba la ideología religiosa. El pensamiento social, en sus líneas fundamentales, se desarrollaba bajo una forma religiosa. Toda la historia de la sociedad feudal se halla saturada de la lucha de clases. Las sublevaciones campesinas, aunque en la mayor parte de los casos se llevaban a cabo bajo una bandera religiosa, conmovieron al régimen feudal, aceleraron su hundimiento. Al feudalismo le sucedió el capitalismo, tercera y última forma de la sociedad basada en la explotación. |
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Feuerbach - Ludwig (1804-1872) |
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Filósofo alemán, materialista y ateo. Fue profesor auxiliar en la Universidad de Erlangen. Le expulsaron de la enseñanza por haber publicado el libro anónimo «Pensamientos acerca de la muerte y de la inmortalidad» (1830). Pasó en el campo los últimos años de su existencia. Feuerbach no comprendió la revolución de 1848, ni aceptó el marxismo pese a que al final de su vida ingresó en el Partido Socialdemócrata. En el decurso de su lucha contra la religión, Feuerbach recorrió un camino que va de las ideas de los jóvenes hegelianos al materialismo. Su proclamación y defensa del materialismo ejerció una influencia enorme sobre sus contemporáneos. Acerca de la acción liberadora de sus obras, escribió Engels: «El entusiasmo fue general: al punto que todos nos convertimos en feuerbachianos» (C. Marx y F. Engels. Obras escogidas, t. II, 1955, pág. 348, Ibíd., Ed. en Lenguas Extranjeras, Moscú, t. H, pág. 342). La particularidad característica del materialismo de Feuerbach, es el antropologismo, consecuencia de las condiciones históricas en que se encontraba la Alemania anterior a la revolución y exponente del ideal de la democracia burguesa revolucionaria. El punto de partida de la evolución filosófica de Feuerbach fue la crítica de la concepción idealista que tenía Hegel de la esencia humana, reducida por él a la autoconciencia. La renuncia a semejante punto de vista conducía inevitablemente al abandono del idealismo en general. Es un mérito de Feuerbach el haber hecho hincapié en el nexo del idealismo con la religión. Feuerbach somete asimismo a dura crítica el carácter idealista de la dialéctica hegeliana. La crítica a Hegel abría el camino, al aprovechamiento del contenido racional de la filosofía hegeliana, y en este sentido contribuyó a formar el marxismo. Sin embargo, Feuerbach en el fondo se limitó simplemente a desechar la filosofía de Hegel y por esto no supo ver el principal resultado de la misma: la dialéctica. El contenido esencial y el sentido de la filosofía de Feuerbach consisten en proclamar y defender el materialismo. El antropologismo se manifiesta, en esta parte, en que se sitúa en un primer plano el problema de la esencia del hombre, de su puesto en el mundo. Mas Feuerbach no logró mantener un criterio consecuentemente materialista en esa cuestión, ya que concebía al hombre como un individuo abstracto, como un ser puramente biológico. En la teoría del conocimiento, sigue con todo rigor el punto de vista del empirismo y del sensualismo, se manifiesta, decididamente contra el agnosticismo. Por otra parte, tampoco negaba el significado del pensamiento en el conocimiento intentaba ver el objeto relacionado con la actividad del sujeto, formuló la idea de que el conocimiento y la conciencia humanos son de naturaleza social, &c. De todos modos, en conjunto Feuerbach no [174] superó el carácter contemplativo del materialismo anterior a Marx. Ello se debe a que en la manera de concebir la historia, Feuerbach aún mantenía por completo los principios del idealismo. Las concepciones idealistas acerca de los fenómenos sociales se desprenden, en Feuerbach, de su tendencia a aplicar la antropología como ciencia universal al estudio de la vida de la sociedad. El idealismo de Feuerbach se revela con especial nitidez en sus investigaciones concernientes a la religión y a la moral. Feuerbach concibe la religión como una enajenación y una objetivación de las propiedades humanas y de un ser sobrenatural al que también éstas se atribuyen. Es como si el hombre se duplicara y contemplara su propia esencia en la imagen de Dios. Resulta, pues, que la religión se presenta como «autoconciencia inconsciente» del hombre. Ofrecen especial interés los atisbos de Feuerbach acerca de las raíces sociales e históricas de la religión. Mas, debido a su antropologismo, no llegó en esta cuestión más allá de las conjeturas, no supo encontrar los medios eficientes de lucha contra la religión (los buscaba en la sustitución de la autoconciencia inconsciente por la conciencia, o sea, en última instancia, en la instrucción) e incluso sostenía que era necesaria una nueva religión. Como no comprendía el mundo real en que el hombre vive, Feuerbach infería también los principios morales del anhelo de felicidad propio a la naturaleza humana. La felicidad puede alcanzarse si cada hombre limita razonablemente sus necesidades y trata con amor a los demás hombres. La moral elaborada por Feuerbach posee un carácter abstracto, extrahistórico, y está creada sobre la base de una misma medida para todos los tiempos y pueblos. A pesar de la limitación de sus concepciones, Feuerbach fue un antecesor directo del marxismo. Algunos idealistas modernos reproducen en una interpretación manifiestamente idealista los principios del antropologismo feuerbachiano. Obras fundamentales: «Contribución a la crítica de la filosofía de Hegel» (1839), «La esencia del cristianismo» (1841), «Tesis preliminares para la reforma de la filosofía» (1842), «Principios de la filosofía del futuro» (1843). |
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Fichte - Johann Gottlieb (1762-1814) |
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Filósofo alemán, segunda figura en el tiempo –después de Kant– del idealismo alemán clásico. Profesor de las Universidades de Jena (de la que fue despedido por acusación de ateísmo) y de Berlín. Fichte criticaba los privilegios estamentales, era partidario de la unificación de Alemania y de poner fin a la fragmentación feudal. Subrayó el significado de la filosofía «práctica» de las cuestiones relacionadas con la fundamentación de la moral y de la estructura jurídica del Estado, pero redujo la «práctica» a la actividad de la mera conciencia moral. Consideraba como premisa de la filosofía «práctica» un sistema teórico científicamente elaborado, una ciencia sobre la ciencia o «teoría» de la ciencia». En la base de la «Teoría de la ciencia» de Fichte (1794) se encuentra la concepción del idealismo subjetivo. Fichte desechó la teoría de Kant sobre la «cosa en sí» e intentó inferir de un solo principio idealista subjetivo toda la diversidad de las formas del conocimiento. Este principio consiste en que el filósofo presupone la existencia de cierto sujeto absoluto al que atribuye actividad sin fin y al que considera creador del mundo. El «Yo» inicial fichteano no sólo no es un «Yo» individual ni una substancia análoga a la substancia de Spinoza, sino la actividad moral de la conciencia. De este «Yo» místico inicial, infiere Fichte el «Yo» singular, por el que entiende no un sujeto absoluto, sino tan sólo un sujeto humano limitado o «Yo» empírico, al que se contrapone la naturaleza, también empírica. De ello saca Fichte en conclusión que la filosofía teórica, después de admitir el «Yo» y el «no-Yo» los contrapone necesariamente uno al otro en el marco del mismo «Yo» absoluto como resultado de su limitación o división. Siguiendo este original método de «admisión» «contraposición» y «síntesis», Fichte desarrolló un sistema de categorías del ser y del pensar tanto teóricas como prácticas. El método de Fichte, en el que están desarrollados algunos rasgos de la dialéctica idealista, se denomina «antitético», pues no deduce propiamente la antítesis de la tesis, sino que la coloca al lado de ella como su opuesto. Fichte tomaba como órgano del conocimiento racional la contemplación mental inmediata de la verdad, es decir, la «intuición intelectual». En la filosofía de Fichte, al lado de su doctrina fundamental: el idealismo subjetivo, se encuentran vacilaciones hacia el idealismo objetivo, que se acentuaron en los últimos años de su vida. En ética, el problema capital, para Fichte, fue el de la libertad, problema que despertaba un interés creciente en virtud de los acontecimientos de la Revolución Francesa. De modo análogo a Spinoza, [175] Fichte no ve en la libertad un acto sin causa, sino una acción basada en el conocimiento de la necesidad ineludible. Sin embargo, a diferencia de Spinoza, Fichte no hace depender de la sabiduría individual el grado de libertad al que pueden acceder los hombres, sino de la época histórica a que el individuo pertenece. No encontrando fuerzas para superar las ilusiones engendradas por el atraso de la Alemania de su tiempo, Fichte elaboró un proyecto utópico para organizar la sociedad burguesa alemana en forma de «Estado comercial cerrado». Expresando las peculiaridades del desarrollo burgués de Alemania, dicho proyecto se distingue por una serie de caracteres reaccionarios, entre ellos el de la excepcionalidad de la nación alemana. Los clásicos del marxismo-leninismo han valorado profundamente las partes progresivas y los aspectos reaccionarios de la doctrina de Fichte. Engels citó a Fichte entre los filósofos de quienes los comunistas alemanes tienen a orgullo descender. |
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Figuras y modos del silogismo |
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Variedades de silogismo (Silogística) dependientes de la posición del término medio en las premisas y del tipo de juicios, por su cantidad y cualidad (universales afirmativos, particulares afirmativos, universales negativos y particulares negativos. Véase Juicio), que constituyen las premisas y la conclusión del silogismo. En la primera figura, el término medio ocupa el lugar del sujeto en la premisa mayor y el lugar del predicado en la menor; en la segunda figura, el término medio ocupa el lugar del predicado en ambas premisas; en la tercera figura, ocupa en ambas premisas el lugar del sujeto. Dichas figuras fueron establecidas por Aristóteles, cuyos continuadores añadieron a ellas la cuarta figura, en la cual el término medio ocupa el lugar del predicado en la premisa mayor y el del sujeto en la premisa menor. La lógica clásica contenía 19 modos; la lógica moderna excluye, como no aplicables en todas las circunstancias, cuatro modos que pierden su significado general si operamos con conjuntos vacíos (verbigracia «todas las montañas de oro son de oro; todas las montañas de oro son montañas», pero de esto no se sigue que algunas montañas son de oro ejemplo de Russell). |
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Filogenia (del griego fulon: especie, raza, y génesi: origen, generación) y Ontogenia (del griegoón, óntoV: ser, y génesiV: origen, generación). Términos introducidos por Haeckel (1866) para designar el desarrollo histórico, genérico (filogenia) e individual (ontogenia) de los organismos. En el proceso evolutivo de la naturaleza viva, la filogenia y la ontogenia se hallan indisolublemente ligadas, se condicionan recíprocamente (Ley biogenética): la ontogenia es el resultado del desarrollo histórico, es decir, es un resultado de la filogenia; por otra parte, la filogenia se forma sobre la base de los cambios individuales, es decir, sobre la base de la ontogenia. En esta interacción se refleja la unidad de la parte (el individuo) con el todo (el género), de lo singular con lo general, la dialéctica del proceso, en forma de espiral, de desarrollo, en cada una de cuyas etapas se reproducen, en forma superada, los saltos cualitativos realizados en las etapas precedentes. Darwin expuso la idea de la unidad entre filogenia y ontogenia, idea que fue desarrollada, entre otros, por Haeckel y Michurin. |
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(griego: filosofía: amor a la sabiduría). Ciencia sobre las leyes universales a que se hallan subordinados tanto el ser (es decir, la naturaleza y la sociedad) como el pensamiento del hombre, el proceso del conocimiento. La filosofía es una de las formas de la conciencia social y está determinada, en última instancia, por las relaciones económicas de la sociedad. La cuestión fundamental de la filosofía como ciencia especial estriba en el problema de la relación entre el pensar y el ser, entre la conciencia y la materia. Todo sistema filosófico constituye una solución concreta y desarrollada de dicho problema, incluso si la «cuestión fundamental» no se formula claramente en el sistema. El término «filosofía» se encuentra por primera vez en Pitágoras; en calidad de ciencia especial, lo introdujo por primera vez Platón. La filosofía surgió en la sociedad esclavista como ciencia que unía todos los conocimientos que el hombre poseía acerca del mundo objetivo y acerca de sí mismo, cosa perfectamente natural dado el bajo nivel de desarrollo del saber en las etapas [176] primeras de la historia humana. En el curso del desarrollo de la práctica en el ámbito de la producción social, y a medida que se acumularon conocimientos científicos, ocurrió un proceso de «desprendimiento por gemación» de algunas ciencias respecto a la filosofía, a la vez que ésta se formaba como ciencia independiente. La filosofía como ciencia surge de la necesidad de estructurar una concepción general del mundo, de investigar los principios y leyes generales del mismo; surge de la exigencia de un método de pensamiento acerca de la realidad fundado en lo racional, en la lógica. Tal necesidad hace que el problema de la relación entre el pensar y el ser se sitúe en el primer plano de la filosofía, pues toda filosofía se apoya en una u otra solución de dicho problema, lo mismo que el método y la lógica del conocimiento. A ello se debe, también, la polarización de la filosofía en dos corrientes opuestas: materialismo e idealismo; entre ellos ocupa una posición intermedia el dualismo. La lucha entre el materialismo y el idealismo atraviesa, como un hilo rojo, toda la historia de la filosofía, es una de sus fuerzas motrices fundamentales. Esta lucha se encuentra estrechamente vinculada al desarrollo de la sociedad, a los intereses económicos, políticos e ideológicos de las clases. Al precisar la problemática específica de la ciencia filosófica, se fueron diferenciando en la propia filosofía distintas facetas en calidad de partes más o menos independientes, a veces con diferencias señaladísimas. Estas partes son: la ontología, la gnoseología, la lógica, la ética, la estética, la psicología, la sociología y la historia de la filosofía. Al mismo tiempo, ante la insuficiencia de conocimientos concretos, la filosofía intentaba sustituir las conexiones y leyes del mundo que faltaban por otras imaginarias, con lo cual se convertía en una «ciencia de las ciencias» especial, por encima de todas las demás ciencias. Respecto a la naturaleza, tal filosofía se presentaba como filosofía natural; ante la historia como filosofía de la historia. El último sistema de este género fue el de la filosofía de Hegel. Sin embargo, a medida que los conocimientos aumentaron y se diferenciaron, desaparecieron los motivos para que existiera la filosofía como «ciencia de las ciencias». La clara concepción de la necesidad social que da origen a la filosofía como ciencia especial, la clara idea del lugar que ésta ocupa y del papel que desempeña en el conjunto de la cultura espiritual así como, por ende, de cuál es el círculo de sus problemas (su objeto) se alcanzaron por primera vez en el marxismo-leninismo (Materialismo dialéctico, Materialismo histórico). El conocimiento teórico de los fenómenos del mundo circundante no puede darse sin el pensar desarrollado en el sentido lógico. Pero, en virtud de la división del trabajo entre las ciencias, que se formó históricamente, fue precisamente la filosofía la que elaboró las categorías y leyes lógicas. La filosofía marxista-leninista ha desarrollado y sostenido consecuentemente el principio materialista en la concepción del mundo objetivo y del pensar, principio que ha fecundado con la concepción dialéctica no como «ciencia de las formas externas del pensamiento, sino de las leyes que rigen el desarrollo de «todas las cosas materiales, naturales y espirituales», es decir, el desarrollo de todo el contenido concreto del mundo y del conocimiento del mismo, o sea, resultado, suma, conclusión de la historia del conocimiento del mundo» (V. I. Lenin, t. XXXVIII, págs. 80-81). La filosofía marxista, al considerar las formas y leyes lógicas como formas y leyes aprehendidas y comprobadas por toda la práctica humana del desarrollo de los procesos naturales, históricos y sociales, eliminó la diferenciación entre ontología, lógica y teoría del conocimiento. La coincidencia de la dialéctica, de la lógica y de la teoría del conocimiento constituye el principio cardinal de la filosofía del materialismo dialéctico. Con esto, la teoría filosófica del marxismo constituye la solución materialista dialéctica del problema fundamental de la filosofía, solución desarrollada de manera concreta, acabada en todos sus detalles. Las formas y leyes lógicas se presentan, en esta teoría, como formas y leyes universales reflejadas en la conciencia del hombre del decurso de todo proceso natural o histórico social, como grados de la reproducción teórica de los objetos en concordancia con el desarrollo real de los mismos. La filosofía, elaborada partiendo de la concepción indicada de su papel, de su objeto y de sus tareas verdaderas en el desenvolvimiento de la cultura humana, aparece como poderoso instrumento del conocer y obrar de las personas, como factor activo en el desarrollo ulterior del conocimiento y de la práctica. Así concebida la filosofía, sus partes la psicología, la sociología, la ética y la estética se convierten cada vez más en ciencias independientes, que se consideran ciencias filosóficas sólo por el peso de la tradición. Cierto es que dicha tradición tiene su fundamento, ya que las ciencias indicadas están relacionadas en alto grado con la problemática específicamente filosófica, en particular con el problema de la relación entre el sujeto y el objeto. La filosofía facilita el desarrollo de la autoconciencia del hombre, la comprensión del lugar y del papel de los descubrimientos científicos en el sistema del progreso general de la cultura humana; con esto, proporciona una medida para valorar dichos descubrimientos y enlazar los eslabones sueltos del conocimiento en la unidad de la concepción del mundo. A las teorías burguesas contemporáneas les son inherentes tendencias antifilosóficas. Dichas tendencias caracterizan, sobre todo, al neopositivismo, el cual declara que los problemas de la filosofía son seudoproblemas, pretende substituir el análisis filosófico del desarrollo de los conocimientos y de la práctica actuales por el análisis del «lenguaje de la ciencia», es decir, por el análisis lingüístico-semántico «de las formas externas del pensar», del idioma, de los sistemas de signos con que se expresa el pensamiento, &c. De este modo, la filosofía, en el fondo, se liquida como ciencia. De ahí que el único camino que queda para que la filosofía se desarrolle como ciencia es el del materialismo dialéctico continuador de las mejores tradiciones de la filosofía universal. |
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Amplía corriente, bastante heterogénea, de la filosofía burguesa moderna; une distintos grupos, direcciones y filósofos que ven en el análisis del lenguaje el objetivo de la filosofía. Actualmente, la filosofía analítica se cultiva sobre todo en los Estados Unidos e Inglaterra; cuenta, asimismo ciertos partidarios y grupos en los países escandinavos, Finlandia, Australia, &c. En los Estados Unidos, esta corriente se halla representada por los filósofos del empirismo lógico y el neopragmatismo (Williard van Quine, N. Goodman, M. White). Existen, asimismo, varios analíticos americanos independientes, que no pertenecen a ninguna dirección determinada (Rog Wood Sellars y otros). En Inglaterra, la forma dominante de la filosofía analítica es la filosofía lingüística. Mantienen una posición próxima al empirismo lógico Ayer y Karl Popper. Todas esas tendencias de la filosofía analítica aparecen como variedades del neopositivismo. Caracteriza a la mayor parte de quienes la cultivan el trasladar el centro de gravedad, en la investigación, de los problemas gnoseológicos generales a las formas y a los recursos concretos del análisis del lenguaje. En este terreno pueden señalarse dos maneras fundamentales de enfocar las cuestiones: 1) se construyen lenguas artificiales «modélicas» de estructura lógica fijada con precisión (empirismo lógico, neopragmatistas, varios analíticos «independientes»). Tales investigaciones se basan en la lógica y en la semántica lógica; 2) Se investigan las lenguas naturales históricamente dadas (filosofía lingüística). En gran medida, los trabajos de los representantes modernos de la filosofía analítica dedicados al análisis del lenguaje pierden el carácter de investigaciones filosóficas o gnoseológicas en el sentido estricto de la palabra y se convierten en investigaciones concretas sobre lógica, acerca de problemas específicamente metodológicos o de lingüística, las cuales poseen, sin duda alguna, contenido científico. En cuanto a los problemas filosóficos generales, la filosofía analítica en realidad se aparta de ellos o bien les da una solución idealista equivocada. |
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Nombre dado al conjunto de doctrinas filosóficas desarrolladas en la antigua sociedad griega esclavista desde fines del siglo VII a. n. e. y en la antigua sociedad esclavista romana a partir del siglo II a. n. e. hasta principios del siglo VI d. n. e. La filosofía antigua constituye un fenómeno peculiar, pero no aislado en el desarrollo de la conciencia filosófica de la humanidad. Se formó sobre la base de los rudimentos de astronomía, matemática, física, &c., que llegaron a las ciudades griegas desde el Oriente; como resultado de la elaboración de la mitología antigua en arte y poesía, y también a consecuencia de la liberación del pensamiento filosófico en lo que respecta a las representaciones mitológicas sobre el mundo y el hombre, representaciones que habían mantenido prisionero a dicho pensamiento. Ya en el siglo V a. n. e. surgieron sistemas filosóficos y cosmológicos en los cuales el mito se presenta no tanto como idea fundamental cuanto como recurso expresivo para formular el pensamiento. En el siglo VI a. n. e., e incluso en el V, la filosofía y el conocimiento de la naturaleza aún no había delimitado sus esferas. Como faltaban recursos de comprobación [178] experimental: el número de hipótesis ideadas era grande. Para la filosofía, tal multiplicidad de hipótesis significaba diversidad de tipos de explicación filosófica del mundo. Esta diversidad y el nivel de la elaboración, convirtieron la filosofía antigua en escuela del pensamiento filosófico para los tiempos posteriores. «...En las múltiples formas de la filosofía griega –escribió Engels– se contienen ya en germen, en génesis, casi todas las concepciones posteriores» (t. XX, pág. 369 - «Anti-Dühring» E.P.U., 1961, pág. 405). El punto de partida de la filosofía antigua fue el materialismo filosófico. Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Heráclito, pese a todas las diferencias existentes entre ellos, suponían que todas las cosas proceden de un principio único y, además material. No obstante, sobre esta base ingenuamente materialista, se perfilaron pronto ciertas concepciones que condujeron más tarde al nacimiento del idealismo. Los brotes de escisión entre las corrientes materialistas y las idealistas se dieron ya en los pensadores griegos más antiguos. En la segunda mitad del siglo V y en la primera del IV a. n. e., se convirtieron en la oposición entre materialismo e idealismo. Con no menor claridad se presenta en la filosofía antigua la oposición entre el método dialéctico y el método metafísico del pensar. En esencia, muchos de los primeros filósofos griegos eran dialécticos, concebían la naturaleza como un todo y, por consiguiente, la veían en la interacción y concatenación de sus fenómenos. Durante el desarrollo de la filosofía antigua, que pasó de los mil años, el materialismo y el idealismo, la dialéctica y la metafísica constituidos en la antigua filosofía griega, experimentaron una compleja evolución que reflejaba, en última instancia, la dialéctica del desarrollo de la sociedad antigua. Fueron materialistas, en la filosofía antigua, Empédocles, Anaxágoras, Leucipo, y Demócrito. En las enseñanzas de Sócrates y, sobre todo, de Platón se formó la doctrina del idealismo filosófico, que se contrapuso en primer lugar al materialismo de los atomistas. Desde entonces, en la filosofía antigua se dibujan netamente dos líneas principales de desarrollo, en pugna: el materialismo y el idealismo (o bien, por decirlo con palabras de Lenin, la «línea de Demócrito» y la «línea de Platón»). Oscilando entre el materialismo y el idealismo, Aristóteles expuso también sus ideas en polémica con las doctrinas anteriores y contemporáneas a su tiempo. Resulta singularmente enérgica e ingeniosa la crítica aristotélica de la teoría de las «ideas» capital en el idealismo de Platón. En la época del helenismo, como reflejo de la crisis inicial de la polis en el sistema de esclavitud, la lucha de escuelas de la filosofía antigua vuelve a acentuarse. En aquel entonces se hizo particularmente intensa la pugna entre la escuela materialista epicúrea y la escuela estoica, en cuyas doctrinas, materialistas en el fondo, habían penetrado ampliamente elementos de idealismo. Se sitúan en primer lugar, entre los problemas filosóficos, los que conciernen a la ética, aunque basados en la concepción de la naturaleza y en la doctrina concerniente al saber y al pensar. Las escuelas filosóficas se convierten en comunidades cerradas de personas unidas por su indiferencia respecto a los acontecimientos exteriores y por un acentuado interés por las cuestiones éticas y la educación. Al mismo tiempo, cambia la relación entre la filosofía y las ciencias especiales, aparece un nuevo tipo de hombre culto y un nuevo tipo de literatura docta, especializada, al alcance sólo de los iniciados. En la época del Imperio Romano, período en que se agudiza la crisis de la sociedad esclavista, cobra mayores vuelos la búsqueda religiosa de la abnegación y de la resignación. De este a oeste penetra y se difunde una ola de cultos, doctrinas y misterios religiosos. La propia filosofía se vuelve religiosa y, en algunas escuelas, incluso mística. Tal ocurre con el neoplatonismo y el neopitagorismo. El primero influyó sobre el desarrollo de las doctrinas filosóficas del cristianismo. En el año 529, el emperador Justiniano decretó el cierre de las escuelas filosóficas de Atenas. Pero antes ya de este decreto e independientemente de él, el ciclo fundamental de las ideas de la filosofía antigua había llegado ya al término de su desarrollo. |
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Posee una larga tradición histórica. Sus fuentes se remontan a los comienzos del primer milenio a. n. e. Ya en los siglos VIII-V a. n. e., había alcanzado amplia difusión la doctrina sobre las cinco «fuerzas ciegas o primeros elementos, de la naturaleza. Los pensadores de la antigua China enseñaban que las conexiones de los cinco «primeros fundamentos»: agua, fuego, metal, madera y tierra crean toda la diversidad de los fenómenos y cosas. Existía también otro sistema de clasificación de los «primeros fundamentos» del mundo real. En el «Libro de las transmutaciones» «Itszin») ya se citan [179] ocho «primeros fundamentos» de esa clase, cuya interacción da origen a las distintas situaciones de la realidad. No obstante, dicho libro no deja de ser, en el fondo, un texto de vaticinios. Sólo algo más tarde recibió interpretación filosófica. Las imágenes y el simbolismo del «Libro de las transmutaciones» ejercieron una extraordinaria influencia sobre el desarrollo ulterior de la filosofía china. Al mismo tiempo, se iban elaborando los principios capitales de la doctrina acerca de las fuerzas opuestas y recíprocamente ligadas, el yan y el yin, cuya acción era considerada como la causa del movimiento y de la variabilidad en la naturaleza. Eran los símbolos de la luz y de las tinieblas, los principios de lo positivo y de lo negativo, de lo masculino y de lo femenino en la naturaleza. La antigua filosofía china sigue desarrollándose en el período que abarca los s. V-III a. n. e. Precisamente durante ese período surgieron las principales escuelas filosóficas. Testimoniaron un profundísimo interés por las cuestiones filosóficas los partidarios del taoísmo, ante todo Lao-tse y Chuang-tse; de las investigaciones gnoseológicas se ocuparon sobre todo Mo Ti (Mo-tsé) y sus discípulos. Muchos pensadores de la antigua China se interesaron por la solución del problema lógico acerca de la relación entre el concepto («el nombre») y la realidad. Mo Ti, Siun-tsé y otros consideraban que los conceptos son un reflejo de los fenómenos y cosas objetivos. Da una explicación idealista del problema, Hunsun Lun, quien alcanzó notoriedad por sus exposiciones que recuerdan las aporías de Zenón, así como por entender con un criterio en extremo absoluto el concepto y separarlo de la realidad. Su doctrina sobre los «nombres» tiene mucho de común con la doctrina de las «ideas» de Platón. En el período indicado, Tsou Yan investigó las representaciones sobre las fuerzas yan y yin y los cinco «elementos» de la naturaleza. Alcanzaron amplia resonancia las doctrinas ético-políticas de Confucio y de Mencio (Men-tsé), las ideas de Han Fei-tsé y de otros representantes de la escuela de los «legistas» (fa kia) sobre el Estado y el derecho. Aquel fue el «siglo de oro» de la antigua filosofía china. En las cuestiones de filosofía natural, la lucha giró sobre todo alrededor de las representaciones sobre el «tian» –«cielo»–, que unos pensadores determinan como naturaleza (Siun-tsé) y para otros es una designación de una fuerza superior, rectora (Confucio, Mencio); sobre el «tao», «camino» (ley natural y absoluta), el «de», manifestaciones, cualidades; sobre el tsi, materia primera, «elementos» de la naturaleza, &c. En el campo de la ética y de la moral, se centró la atención en la teoría sobre la esencia del hombre. Las ideas de Confucio llevaron a las concepciones de Mencio sobre la bondad innata de la naturaleza humana y a las de Siun-tsé sobre la maldad innata de la misma. Gozaron de gran predicamento las teorías del individualismo, de Yan Chu, y del altruismo, de Mo-tse. Las concepciones de la filosofía de la naturaleza formuladas por los antiguos pensadores chinos se distinguen por la insuficiencia del material empírico aprovechado. Entre el siglo III a. n. e. y el III d. n. e., las numerosas teorías sobre la filosofía de la naturaleza y cosmológicas siguen basándose en la doctrina de las cinco «fuerzas ciegas» o elementos primarios y las fuerzas polares yan y yin. Las concepciones del tsi recibieron una interpretación materialista en el sistema, seriamente argumentado, de Van Chun. Al mismo tiempo se desarrollan distintas teorías místicas, se van perfilando corrientes religiosas en el taoísmo y en el confucianismo. En los primeros siglos d. n. e., el problema central de la lucha entre materialismo e idealismo pasa a ser el de la correlación entre el «ser» y el «no ser». En dicho período, como resultado de las influencias recíprocas, –y de la síntesis–, de las concepciones taoístas y confucianistas, se desarrollan las representaciones acerca de lo «inicial» (yuan), de la primera materia (tsi), del «tao» y otros fundamentos del ser. En el siglo I, en China empieza a penetrar y a difundirse el budismo, el cual, junto al confucianismo, y al taoísmo, se convierte en una de las tendencias dominantes del pensamiento chino. Los siglos V-VI transcurren bajo el signo del predominio del misticismo budista. En ese período, se sostuvo una lucha en torno a la doctrina budista sobre la irrealidad del mundo. Muchos pensadores manifestaron hondo interés por los problemas relativos a la correlación entre esencia y fenómeno, ser y no ser, cuerpo y alma. Los materialistas Je Chen-tian y Fan Chen sometieron a una crítica demoledora la creencia en la inmortalidad del alma. El budismo queda como la doctrina más difundida en los siglos VII-X. Los ataques al idealismo budista partían fundamentalmente del confucianismo y del taoísmo. Como resultado de hondos progresos económicos y sociales, en el período de los siglos X-XIII se produce un florecimiento de la filosofía china. El ulterior desarrollo de la doctrina confucianista, denominada neoconfucianismo, constituyó una reacción contra el budismo y el taoísmo. El neoconfucianismo no se limitaba ya a exponer ideas ético-políticas. En él figuran con mucha mayor amplitud y riqueza las cuestiones de ontología, de filosofía natural y de cosmogonía. El problema central era el de la relación entre el principio ideal li (ley, principio) y el principio material tsi (materia primera). Los primeros representantes del neoconfucianismo examinaban algunas cuestiones con un criterio materialista (Chou Tun-I, Chan Tsai). En el desarrollo y generalización de las ideas neoconfucianistas, corresponde un preeminente lugar a Chu Si. Respondiendo a la pregunta de qué conexiones se dan entre el li y el tsi, Chu Si sostenía, en última instancia, que el li es el elemento primario, y el tsi, el secundario. Cultivaron el idealismo subjetivo en el neoconfucianismo Lu Tsiu-yuan (Lu Sianshan) y, ante todo, Van Shou-zhen (Van Yan-min). Al primero de ellos pertenece la frase: «El mundo es mi intelecto (corazón), mi intelecto es el mundo. Al idealismo neoconfucianista se contraponían las doctrinas materialistas de Chen Lian, E. Shi, Lo Tsin-shun, Van Tinsian. En la lucha contra la escuela ortodoxa del neoconfucianismo desempeñó un gran papel la doctrina del pensador progresivo Li Chi. En los siglos XVII-XVIII sigue estudiándose el problema de la correlación entre el li y el tsi; lo resuelven en un sentido materialista Van Fu-Shi (Van Chuan-Shan) y Tai Zhen. La guerra del opio, en 1840, señaló el comienzo de la penetración extranjera en China. Al yugo feudal y a la agresión extranjera, el pueblo chino respondió con una poderosa sublevación campesina el movimiento «Tai-ping» en cuyo transcurso desempeñaron cierto papel ideas utópicas sobre la reestructuración de la sociedad. Posteriormente, cuando China quedó convertida en un país semicolonial, los pensadores progresivos (Tan Si-tun, Sun Yat-sen y otros) recogieron y continuaron las mejores tradiciones y las ideas materialistas de la filosofía china. Desde que, bajo la influencia de la Gran Revolución Socialista de Octubre, se produce el movimiento del 4 de mayo de 1919, se inicia una nueva etapa en el desarrollo, del pensamiento político social y filosófico de China. El marxismo-leninismo se convierte en el arma ideológica principal en la lucha por la independencia nacional y las transformaciones revolucionarias del país, y la clase obrera, encabezada por el Partido Comunista de China pasa a ser la fuerza social dirigente. |
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Así se denominaba, en la filosofía anterior a Marx, la esfera del saber que se ocupaba de los problemas relativos al sentido de la historia, a sus leyes, a la dirección fundamental del desarrollo de la humanidad. Desde el punto de vista histórico, la filosofía de la historia arranca de la Antigüedad grecorromana. En la Época Moderna, la cultivaron los pensadores de la Ilustración del siglo XVIII (Voltaire, Herder, Condorcet, Montesquieu). Los hombres de la Ilustración al combatir la teologización de la historia, teologización iniciada por San Agustín, introdujeron en la filosofía de la historia la idea de causalidad, elaboraron la teoría del progreso, expusieron la idea de que el proceso histórico constituía una unidad, explicaron que el medio geográfico y social influía sobre el hombre. En el desarrollo de la filosofía burguesa de la historia alcanzó una etapa superior la filosofía de Hegel quien concebía la historia como un proceso único, sujeto a ley, internamente necesario de autodesarrollo del espíritu, de la idea. Marx y Engels superaron la limitación de la filosofía de la historia, que se manifestaba en el carácter especulativo, apriorístico e idealista, de dicha filosofía. El descubrimiento del materialismo histórico, sirvió de base para crear una historia auténticamente científica. En la actual filosofía burguesa de la historia, las concepciones que gozan de mayor influencia son las de Toynbee y de Spengler. La mayor parte de los sociólogos e historiógrafos burgueses renuncian a la generalización filosófica de la historia, hecho que refleja el miedo de la burguesía ante las leyes históricas objetivas, que conducen al capitalismo a su fin. Ven la historia como una sucesión caótica de casualidades y rechazan los conceptos de causalidad, de sujeción a ley de progreso. |
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Filosofía de la identidad |
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Concepción filosófica que resuelve el problema de la correlación entre el pensar y el ser, entre el espíritu y la naturaleza, partiendo del reconocimiento de su identidad absoluta. Su principio básico se halla diametralmente opuesto al de los sistemas dualistas (Dualismo). La filosofa de la identidad, como concepción filosófica determinada está unida [181] al nombre de Schelling, quien, intentando superar el dualismo de los sistemas de Kant y de Fichte, presentó un nuevo principio inicial de la filosofía monista: el de la identidad absoluta entre lo subjetivo y lo objetivo, entre lo ideal y lo real. El principio de la identidad del pensar y del ser figura, asimismo, en la base del sistema hegeliano, mas Hegel desarrolla este principio de otra manera, pues concebía la identidad misma dialécticamente: no como algo absoluto e inmóvil, como una unidad indeterminada que se opone indiferentemente a la multiplicidad del ser, sino como la idea lógica que se desarrolla por sí misma y cuya determinación y diferenciación se encuentran en ella misma como su forma inmanente infinita. La particularidad específica de la filosofía de la identidad y la que la diferencia de otras concepciones idealistas objetivas no estriba en el reconocimiento de la identidad entre el pensar y el ser, sino en la concepción metafísica de dicha identidad. La filosofía de la identidad, que representa uno de los intentos de resolver el problema básico de la filosofía, suprime el problema disolviendo las diferencias entre espíritu y naturaleza, entre el pensar y el ser, en el seno de la substancia absoluta e inmóvil. En la historia de la filosofía, Parménides y Spinoza expusieron concepciones próximas a la filosofía schellingiana de la identidad. En nuestros días, algunas escuelas del neotomismo propagan las ideas de la identidad metafísica entre el pensar y el ser. La filosofía monista auténticamente científica es la filosofía marxista, que funda su monismo partiendo de las ideas de unidad material y desarrollo del mundo. |
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Corriente idealista subjetiva de la filosofía burguesa; surgió en Alemania y Francia en la linde del siglo pasado y del actual. Su principal antecesor ideológico fue Schopenhauer. El nacimiento de dicha filosofía se debió, en cierto modo, al rápido avance de la biología, de la psicología y de otras ciencias que descubrían la inconsistencia de la imagen mecanicista del mundo. La filosofía de la vida representó un intento de superar, desde posiciones idealistas, el carácter limitado del materialismo mecanicista. Su aparición señaló la crisis de la filosofía burguesa, su renuncia a la ciencia, el paso al irracionalismo y al nihilismo. Por su contenido objetivo, la filosofía de la vida constituyó una interpretación errónea, idealista, de la peculiaridad del proceso histórico-social. Se apoyaba en el concepto de la vida como principio absoluto e infinito del mundo, principio que, a diferencia de la materia y de la conciencia, se mueve de manera activa, diversa y eterna. No es posible comprender la vida gracias a los sentidos o al pensar lógico, sólo se llega a conocer intuitivamente, sólo es accesible a la vivencia (sobre todo a la religiosa). Dentro de la filosofía de la vida, cabe distinguir dos grupos principales: uno de ellos (Bergson) concebía la vida en un sentido biológico y hacía extensivas las propiedades biológicas a toda la realidad; el otro grupo (Nietzsche, Dilthey, Simmel) concebía la vida como voluntad, como vivencia interna, como juego irracional de las fuerzas espirituales. Las ideas centrales de la filosofía de la vida han servido de fuente ideológica al existencialismo. |
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(conocida también bajo el nombre de «análisis lógico», «análisis lingüístico», «filosofía del lenguaje corriente»). Una de las direcciones de la filosofía analítica. Se halla difundida sobre todo en Inglaterra (Gilbert Ryle, J. Austin, J. Wisdom, y otros). En los Estados Unidos, mantienen opiniones próximas a la filosofía lingüística M. Black, P. Malcolm y otros. La fuente ideológica de esta corriente ha sido la «filosofía del sentido común», de Moore y las ideas del Wittgenstein tardío. Lo mismo que otras escuelas del neopositivismo, la filosofía lingüística niega que la filosofía sea una concepción del mundo y tiene por seudoproblemas los problemas filosóficos tradicionales, como si surgieran por la incomprensión de la naturaleza real del lenguaje, en virtud del influjo desorientador de este último sobre el pensamiento. La filosofía en cambio, ha de aclarar las dificultades que se presentan a consecuencia del empleo equivocado de palabras y proposiciones. Como subrayan los representantes del grupo de Cambridge de la filosofía del lenguaje, la filosofía está llamada a desempeñar una función «terapéutica» a curar los achaques de nuestro lenguaje. En su afán de «superar la metafísica», los partidarios de la filosofía del lenguaje no sólo desechan la «metafísica ontológica» de la filosofía tradicional, sino que, además, negando toda posibilidad de que exista una concepción filosófica sin fisuras, niegan asimismo la «metafísica» gnoseológica del positivismo lógico con su principio de lo «dado [182] directamente», con el principio de verificación y otros. Ahora bien, es, precisamente la renuncia al carácter ideológico de la filosofía lo que hace de la filosofía del lenguaje la forma extrema y más reaccionaria del positivismo. Los partidarios de la filosofía del lenguaje, ante todo los del grupo de Oxford, considerando que el objetivo único de la filosofía es el análisis del lenguaje, no hacen objeto de su atención –a diferencia de los positivistas lógicos– los modelos artificiales de lenguaje, sino la lengua coloquial. Parten, para ello, de un principio verdadero, a saber: que no es posible expresar de manera exhaustiva la riqueza de los lenguajes hablados naturales, en los esquemas de algún «lenguaje ideal». No obstante, al renunciar al análisis de toda la problemática gnoseológica (relación entre el lenguaje y el pensar, lazos de lenguaje con los procesos de la actividad cognoscitiva para formar las imágenes mentales, génesis de las formas de lenguaje, &c.) cuyo contexto es el único en que pueden ser estudiados con éxito los fenómenos del lenguaje, la filosofía del lenguaje condena las investigaciones a una descripción superficial de los tipos distintos del uso de las expresiones en el lenguaje, cierra el camino al estudio de una auténtica elucidación de la esencia de aquél y llega, en última instancia, al convencionalismo en su manera de interpretarlo. Según la filosofía lingüística, el lenguaje es un medio para construir el mundo, no para representarlo; se transforma en algo místico, en una fuerza que se justifica por sí misma. La justa crítica de los intentos llevados a cabo para reconstruir de manera íntegra el lenguaje en el esquema de un «lenguaje ideal» está acompañada también, en la filosofía del lenguaje, de la renuncia a la investigación del lenguaje en general a partir de la base de alguna totalidad en la plataforma teórica. Resulta, pues, que al eludir la resolución de los problemas filosóficos básicos, la filosofía del lenguaje fracasa también en la esfera a que reduce, ilegítimamente, la investigación filosófica. |
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Fichte - Johann Gottlieb (1762-1814) |
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Filósofo alemán, segunda figura en el tiempo –después de Kant– del idealismo alemán clásico. Profesor de las Universidades de Jena (de la que fue despedido por acusación de ateísmo) y de Berlín. Fichte criticaba los privilegios estamentales, era partidario de la unificación de Alemania y de poner fin a la fragmentación feudal. Subrayó el significado de la filosofía «práctica» de las cuestiones relacionadas con la fundamentación de la moral y de la estructura jurídica del Estado, pero redujo la «práctica» a la actividad de la mera conciencia moral. Consideraba como premisa de la filosofía «práctica» un sistema teórico científicamente elaborado, una ciencia sobre la ciencia o «teoría» de la ciencia». En la base de la «Teoría de la ciencia» de Fichte (1794) se encuentra la concepción del idealismo subjetivo. Fichte desechó la teoría de Kant sobre la «cosa en sí» e intentó inferir de un solo principio idealista subjetivo toda la diversidad de las formas del conocimiento. Este principio consiste en que el filósofo presupone la existencia de cierto sujeto absoluto al que atribuye actividad sin fin y al que considera creador del mundo. El «Yo» inicial fichteano no sólo no es un «Yo» individual ni una substancia análoga a la substancia de Spinoza, sino la actividad moral de la conciencia. De este «Yo» místico inicial, infiere Fichte el «Yo» singular, por el que entiende no un sujeto absoluto, sino tan sólo un sujeto humano limitado o «Yo» empírico, al que se contrapone la naturaleza, también empírica. De ello saca Fichte en conclusión que la filosofía teórica, después de admitir el «Yo» y el «no-Yo» los contrapone necesariamente uno al otro en el marco del mismo «Yo» absoluto como resultado de su limitación o división. Siguiendo este original método de «admisión» «contraposición» y «síntesis», Fichte desarrolló un sistema de categorías del ser y del pensar tanto teóricas como prácticas. El método de Fichte, en el que están desarrollados algunos rasgos de la dialéctica idealista, se denomina «antitético», pues no deduce propiamente la antítesis de la tesis, sino que la coloca al lado de ella como su opuesto. Fichte tomaba como órgano del conocimiento racional la contemplación mental inmediata de la verdad, es decir, la «intuición intelectual». En la filosofía de Fichte, al lado de su doctrina fundamental: el idealismo subjetivo, se encuentran vacilaciones hacia el idealismo objetivo, que se acentuaron en los últimos años de su vida. En ética, el problema capital, para Fichte, fue el de la libertad, problema que despertaba un interés creciente en virtud de los acontecimientos de la Revolución Francesa. De modo análogo a Spinoza, [175] Fichte no ve en la libertad un acto sin causa, sino una acción basada en el conocimiento de la necesidad ineludible. Sin embargo, a diferencia de Spinoza, Fichte no hace depender de la sabiduría individual el grado de libertad al que pueden acceder los hombres, sino de la época histórica a que el individuo pertenece. No encontrando fuerzas para superar las ilusiones engendradas por el atraso de la Alemania de su tiempo, Fichte elaboró un proyecto utópico para organizar la sociedad burguesa alemana en forma de «Estado comercial cerrado». Expresando las peculiaridades del desarrollo burgués de Alemania, dicho proyecto se distingue por una serie de caracteres reaccionarios, entre ellos el de la excepcionalidad de la nación alemana. Los clásicos del marxismo-leninismo han valorado profundamente las partes progresivas y los aspectos reaccionarios de la doctrina de Fichte. Engels citó a Fichte entre los filósofos de quienes los comunistas alemanes tienen a orgullo descender. |
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Figuras y modos del silogismo |
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Variedades de silogismo (Silogística) dependientes de la posición del término medio en las premisas y del tipo de juicios, por su cantidad y cualidad (universales afirmativos, particulares afirmativos, universales negativos y particulares negativos. Véase Juicio), que constituyen las premisas y la conclusión del silogismo. En la primera figura, el término medio ocupa el lugar del sujeto en la premisa mayor y el lugar del predicado en la menor; en la segunda figura, el término medio ocupa el lugar del predicado en ambas premisas; en la tercera figura, ocupa en ambas premisas el lugar del sujeto. Dichas figuras fueron establecidas por Aristóteles, cuyos continuadores añadieron a ellas la cuarta figura, en la cual el término medio ocupa el lugar del predicado en la premisa mayor y el del sujeto en la premisa menor. La lógica clásica contenía 19 modos; la lógica moderna excluye, como no aplicables en todas las circunstancias, cuatro modos que pierden su significado general si operamos con conjuntos vacíos (verbigracia «todas las montañas de oro son de oro; todas las montañas de oro son montañas», pero de esto no se sigue que algunas montañas son de oro ejemplo de Russell). |
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