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Facultad
Factores objetivos y factores subjetivos de la Historia
Fa-kia (legistas)
Falsedad
Familia
Fantasía
Fauvismo
Fascismo
Fatalismo
10  Fe
11  Fideísmo
12  Fenomenalismo
13  Fenómeno
14  Fenomenología
15  feo (Lo)
16  Fetichismo
17  Fetichismo de la mercancía
18  Feudalismo
19  Feuerbach - Ludwig (1804-1872)
20  Fichte - Johann Gottlieb (1762-1814)
21  Figuras y modos del silogismo
22  Filogenia y ontogenia
23  Filosofía
24  Filosofía analítica
25  Filosofía antigua
26  Filosofía china
27  Filosofía de la historia
28  Filosofía de la identidad
29  Filosofía de la vida
30  Filosofía del lenguaje
31  Fugaz
32  Fabrica
33  Famoso
34  Fraterno
35  Fruta
36  Finta
37  Fabula
38  Frio
39  Fresa
40  Frito
41  Fichte - Johann Gottlieb (1762-1814)
42  Figuras y modos del silogismo


(del latín «fatális»: funesto). Concepción filosófica según la cual en el mundo y en la vida humana todo se halla sujeto a la predeterminación del hado, del destino. Ya en la mitología antigua se encontraba difundida la idea de que los hados imperan sobre los hombres e incluso sobre los dioses. En la historia de la filosofía, la concepción del fatalismo recibió distintas interpretaciones en dependencia de cómo se resolvía el problema del libre albedrío. En la teoría de la predeterminación (ocasionalismo, armonía preestablecida, &c.), el hombre era concebido como un abúlico juguete de Dios o de la naturaleza, creado en cierta ocasión e incapaz de modificar el curso preestablecido de los acontecimientos. A esta variedad de fatalismo, que niega por completo el libre albedrío, se contrapone otra posición extrema: el voluntarismo. El fatalismo religioso (Islamismo, Agustín, Lutero, Calvino y otros) admitía con ciertas salvedades el libre albedrío del hombre, mas nunca pudo reconciliar la «buena» voluntad de Dios con la «mala» voluntad humana. El fatalismo alcanza su expresión acabada en las teorías filosóficas que preconizan la repetición absoluta de todos los acontecimientos en cada ciclo del devenir del cosmos («eterno retorno» de los pitagóricos, Nietzsche y otros). Esta concepción concibe la casualidad y la libertad del hombre como instrumento y premisa del destino, con lo cual reconoce que el hombre es el creador de su vida. Por ejemplo, en la filosofía de Nietzsche, fatalista hasta la médula y, al mismo tiempo, voluntarista, del «amor al destino» se desprendía la «voluntad de poder». Históricamente, el fatalismo ha desempeñado un papel reaccionario. Por una parte, el considerar el destino como un «plan» de la vida del hombre establecido desde arriba incitaba a la pasividad, a subordinarse servilmente a las circunstancias. Por otra parte, la seguridad en la omnipotencia de la voluntad suprema que conducía a los «elegidos del destino» a la victoria inevitable y al dominio favorecía el fanatismo religioso.