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LENIN - EL CAPITAL FINANCIERO Y LA OLIGARQUIA FINANCIERA
 
Carlos Marx
Federico Engels
Vladimir Illich Lenin
Jose Stalin
Mao Tse Tung
Lenin el Estado y la Revolucion
EL IMPERIALISMO FASE SUPERIOR DEL CAPITALISMO
INDICE
Prologo
Prologo a las ediciones francesas y alemanas
1. La concentracion de la produccion y los monopolios
2. Los bancos y su nuevo papel
3. El capital financiero y la Oligarquia financiera
4. La exportacion de capital
5. El reparto del mundo entre las asociaciones de capitalistas
6. El reparto del mundo entre las grandes potencias
7. El imperialismo como fase particular del capitalismo
8. El parasitismo y la descomposicion del capitalismo
9. La critica del imperialismo
10. El lugar historico del imperialismo
11. Notas

 

III. 

EL CAPITAL FINANCIERO Y LA
OLIGARQUIA FINANCIERA

    "Una parte cada día mayor del capital industrial -- escribe Hilferding -- no pertenece a los industriales que lo utilizan. Pueden disponer del capital únicamente por mediación del banco, que representa, con respecto a ellos, al propietario de dicho capital. Por otra parte, el banco también se ve obligado a colocar en la industria una parte cada vez más grande de su capital. Gracias a esto, se convierte, en proporciones crecientes, en capitalista industrial. Este capital bancario, por consiguiente, capital en forma de dinero, que por este procedimiento se trueca de he cho en capital industrial, es lo que llamo capital financiero". "El capital financiero es el capital que se halla a disposición de los bancos y que es utilizado por los industriales"*.

    Esta definición no es completa, por cuanto no se indica en ella uno de los hechos más importantes, a saber : el aumento de la concentración de la producción y del capital en un grado tan elevado, que conduce y ha conducido al monopolio. Pero en toda la exposición de Hilferding, en general, y en particular en los dos capítulos que preceden a aquél del cual hemos entresacado esta definición, se subraya el papel de los monopolios capitalistas.

    Concentración de la producción; monopolios que se derivan de la misma; fusión o ensambladura de los bancos con la industria : he aquí la historia de la aparición del capital financiero y el contenido de dicho concepto.

    Ahora pasaremos a describir cómo el poder de los monopolios capitalistas se convierte indefectiblemente, en las condiciones generales de la producción de mercancías y de la propiedad privada, en la dominación de la oligarquía financiera. Señalemos que los representantes de la ciencia burguesa alemana -- y no sólo de la alemana --, tales como Riesser, Schulze-Gaevernitz, Liefmann y otros, son todos unos apologistas del imperialismo y del capital financiero. No ponen al descubierto, sino que disimulan y embellecen el "mecanismo" de la formación de las oligarquías, sus procedimientos, la cuantía de sus ingresos "lícitos e ilícitos", sus relaciones con los parlamentos, etc., etc. Se quitan de encima las "cuestiones malditas" por medio de frases altisonantes y oscuras, de invocaciones al "sentido de la responsabilidad" de los directores de los bancos; por medio de elogios al "sentimiento del deber" de los funcionarios prusianos; por medio del análisis en serio de las minucias de proyectos de ley nada serios sobre el "control" y la "reglamentación", por medio de infantiles juegos teóricos, tales como la siguiente definición "científica" a que ha llegado el profesor Liefmann : . . . "el comercio es una actividad profesional encaminada a reunir bienes, conservarlosy ponerlos a disposición" * (en cursiva y en gruesos caracteres en la obra del profesor) . . . ¡Resulta que el comercio existía entre los hombres primitivos, los cuales no conocían todavía el cambio, y que también existirá en la sociedad socialista!

    Pero los monstruosos hechos relativos a la monstruosa dominación de la oligarquía financiera son tan evidentes, que en todos los países capitalistas -- en América, en Francia, en Alemania -- ha surgido una literatura que se coloca en el punto de vista burgués y que, no obstante, traza un cuadro aproximadamente exacto y hace una crítica -- pequeñoburguesa, naturalmente -- de la oligarquía financiera.

    Hay que consagrar una atención preferente al "sistema de participación", del que ya hemos hablado brevemente más arriba. He aquí cómo describe la esencia del asunto el economista alemán Heymann, el cual ha sido uno de los primeros, si no el primero, en prestarle atención :

    "El director controla la sociedad fundamental (textualmente, la 'sociedad madre'); ésta, a su vez, ejerce el dominio sobre las sociedades que dependen de ella ('sociedades filiales'); estas últimas, sobre las 'sociedades nietas', etc. De esta forma, es posible, sin poseer un capital demasiado grande, dominar sobre ramas gigantescas de la producción. En efecto : si la posesión del 50% del capital es siempre suficiente para controlar una sociedad anónima, al dirigente le basta poseer sólo un millón para tener la posibilidad de controlar 8 millones de capital de las 'sociedades nietas'. Y si esta 'combinación' va todavía más lejos, con un millón se pueden controlar dieciséis, treinta y dos millones, etc."*

    En efecto, la experiencia demuestra que basta con poseer el 40% de las acciones para disponer de los negocios de una sociedad anónima**, pues cierta parte de los pequeños accionistas dispersos no tienen en la práctica ninguna posibilidad de tomar parte en las asambleas generales, etc. La "democratización" de la posesión de las acciones, de la cual los sofistas burgueses y los pretendidos socialdemócratas que son oportunistas esperan (o afirman que esperan) la "democratización del capital", el acrecentamiento del papel y de la importancia de la pequeña producción, etc., es en realidad uno de los modos de reforzar el poder de la oligarquía financiera. Por eso, entre otras cosas, en los países capitalistas más adelantados o más viejos y "experimentados", la legislación autoriza la emisión de acciones más pequeñas. En Alemania, la ley no permite acciones de menos de mil marcos, y los magnates financieros de dicho país vuelven los ojos con envidia hacia Inglaterra, donde la ley consiente acciones hasta de una libra esterlina (es decir, de 20 marcos, o alrededor de 10 rublos). Siemens, uno de los "reyes financieros" e industriales más poderosos de Alemania, declaraba el 7 de junio de 1900, en el Reichstag, que "la acción de una libra esterlina es la base del imperialismo británico"*. Este negociante tiene una concepción considerablemente más profunda, más "marxista" de lo que es el imperialismo, que cierto escritor poco honorable que se considera como el fundador del marxismo ruso[8] y que supone que el imperialismo es un defecto propio de uno de los pueblos. . .

    Pero el "sistema de participación" no sólo sirve para aumentar en proporciones gigantescas el poderío de los monopolistas, sino que, además, permite llevar a cabo impunemente toda clase de negocios oscuros y sucios y robar al público, pues los dirigentes de las "sociedades madres", formalmente, según la ley, no responden por la "sociedad filial", que es considerada como "independiente" y a través de la cual se puede "hacer pasar" todo. He aquí un ejemplo que entresacamos del número de mayo de 1914, de la revista alemana 'Die Bank":

"La 'Sociedad anónima de acero para resortes', de Cassel, hace unos años, era considerada como una de las empresas más lucrativas de Alemania. Como consecuencia de la mala administración, los dividendos descendieron del 15% al 0%. Como se pudo comprobar después, la administración, sin informar a los accionistas, había hecho un préstamo de seis millones de marcos a una de sus 'sociedades filiales', 'Hassia', cuyo capital nominal era únicamente de algunos centenares de miles de marcos. Ese préstamo, tres veces superior al capital en acciones de la 'sociedad madre', no figuraba en los balances de ésta; jurídicamente, tal silencio era completamente legal y podía continuar durante dos años, pues con ello no se vulneraba ni un solo artículo de la legislación comercial. El presidente del consejo de administración, que en calidad de personalidad responsable firmó los balances falsos, era y sigue siendo presidente de la Cámara de Comercio de Cassel. Los accionistas se enteraron de este préstamo a la sociedad 'Hassia' sólo mucho tiempo después, cuando resultó que dicho préstamo había sido un error. . . [el autor debiera haber colocado esta palabra entre comillas] . . . y cuando las acciones del 'acero para resortes', a consecuencia de que empezaron a deshacerse de ellas los enterados, vieron bajar su precio aproximadamente en un 100%. . . . . .

Este ejemplo típico de equilibrismo en los balances
, el más común en las sociedades anónimas, nos explica por qué las direcciones de éstas emprenden negocios arriesgados con mucha más facilidad que los negociantes particulares. La técnica moderna de elaboración de los balances no sólo les da posibilidad de ocultar al accionista medio la operación arriesgada, sino que incluso permite a los individuos principalmente interesados descargarse de la responsabilidad por medio de la venta oportuna de las acciones en el caso de que fracase el experimento, mientras que el negociante particular responde con su piel de todo lo que hace . . .Los balances de muchas sociedades anónimas se parecen a los palimpsestos de la Edad Media, de los cuales era necesario borrar lo que llevaban escrito para descubrir los signos escritos debajo y que daban el contenido real del manuscrito. [El palimpsesto era un pergamino en el cual el texto fundamental estaba cubierto por otro manuscrito.]

    El medio más sencillo y, por esto, más comúnmente empleado para hacer indescifrable un balance, consiste en dividir una empresa en varias partes por medio de la creación de 'sociedades filiales' o de la incorporación de establecimientos de este género. Las ventajas de este sistema, desde el punto de vista de diversos fines -- legales e ilegales --, son tan evidentes, que en la actualidad constituyen una excepción las grandes sociedades que no lo adoptan"*.

    Como ejemplo de sociedad monopolista de gran importancia, que aplica en gran escala dicho sistema, el autor cita la famosa "Sociedad General de Electricidad" (A.E.G., de la cual volveremos a hablar más adelante). En 1912, se calculaba que esta sociedad participaba en otras 175 a 200, dominándolas, claro está, y reuniendo entre todas ellas un capital de cerca de 1.500 millones de marcos **.   

Cualesquiera reglas de control, de publicación de balances, de elaboración de esquemas precisos para los mismos, de institución de control, etc., con lo que distraen la atención del público los profesores y funcionarios bien intencionados, esto es, que tienen la buena intención de defender y de embellecer el capitalismo, no pueden tener aquí ninguna importancia, pues la propiedad privada es sagrada, a nadie se le puede prohibir comprar, vender, permutar, hipotecar acciones, etc.

    Se puede juzgar de las proporciones que el "sistema de la participación" ha alcanzado en los grandes bancos rusos por los datos comunicados por E. Agahd, quien durante quince años fue funcionario del Banco Ruso-Chino y que en mayo de 1914 publicó una obra con el título, no del todo exacto, "Los grandes bancos y el mercado mundial"*. El autor divide los grandes bancos rusos en dos grupos funda mentales : a) los que funcionan con el "sistema de participa ción", y b) los "independientes", entendiendo, sin embargo, arbitrariamente por "independencia" la independencia con respecto a los bancos extranjeros. El autor divide el primer grupo en tres subgrupos : 1) participación alemana, 2) inglesa y 3) francesa, entendiendo por ello la "participación" y el dominio de los más grandes bancos extranjeros de la nacio nalidad correspondiente. Los capitales de los bancos los divide en "productivos" (los invertidos en el comercio y en la industria) y en "especulativos" (los empleados en las operaciones bursátiles y financieras), suponiendo, de acuerdo con el punto de vista pequeñoburgués reformista que le es propio, que, bajo el capitalismo, es posible separar la primera forma de inversión de la segunda y suprimir esta última.

    Los datos del autor son los siguientes :

ACTIVO DE LOS BANCOS EN MILLIONES DE RUBLOS
(Según los balances de octubre-noviembre de 1913)
Grupos de bancos rusos Capitales colocados Total
Productivos Especulativos
a 1) 4 bancos : Comercial Siberiano, Ruso, Internacional y de Descuento 13,7 859,9 1272,8
a 2) bancos : Comercial e Industrialy Ruso-Inglés 239,3 169,1 408,4
a 3) 5 bancos : Ruso-Asiático, Privado de san Petersburgo, Del Azov y del Don, Unión de Moscú y Comercial Ruso-Francés 711,8 661,2 1373,0
'11 bancos) Total : a) = 1364,8 1,689,4 3.054,2
b) 8 bancos : comercial de Moscú, Comercial del Volga y del Kama, I. W. Junker y Cía., Comercial de San Petersburgo (antes Wawelberg), De Moscú (antes Ríabushinski), de Descuento de Moscú, Comercial de Moscú y Privado de Moscú 504,2 391,1 895,3
( 19 bancos ) Total : 1.869,0 2.080,5 3.949,5

De estos datos resulta que del total aproximado de 4 mil millones de rublos que constituyen el capital "activo" de los grandes bancos, más de los 3/4, más de 3 mil millones, corresponden a bancos que, en el fondo, son "sociedades filiales" de los bancos extranjeros, en primer lugar, de los parisienses (el famoso trío bancario : "Unión Parisiense", "Banco de París y de los Países Bajos", "Sociedad General") y de los berlineses (particularmente el "Banco Alemán" y la "Sociedad de Descuento"). Dos de los bancos rusos más importantes, el "Ruso" ("Banco Ruso de Comercio Exterior") y el "Internacional" ("Banco Comercial Internacional de San Peters burgo") vieron pasar sus capitales, en el período comprendido entre 1906 y 1912, de 44 a 98 millones de rublos, y las reservas, de 15 a 39 millones, "trabajando en los 3/4 con capitales alemanes"; el primer banco pertenece al "consorcio" del "Banco Alemán", de Berlín; el segundo, a la "Sociedad de Descuento", de la misma capital. El bueno de Agahd se indigna profundamente de que los bancos berlineses tengan en sus manos la mayoría de las acciones y de que, a consecuencia de ello, los accionistas rusos sean impotentes. Y, naturalmente, el país que exporta el capital se queda con la nata : por ejemplo, el "Banco Alemán", de Berlín, introduciendo en esta ciudad las acciones del Banco Comercial Siberiano, guardó durante un año dichas acciones en cartera y después las vendió al curso de 193 por 100, es decir, casi al doble, "obteniendo" de este modo un beneficio de cerca de 6 millones de rublos, calificado por Hilferding de "beneficio de constitución".

    El autor estima en 8.235 millones de rublos la "potencia" de los bancos petersburgueses más importantes. La "participación" o, para decirlo mejor, el dominio de los bancos extranjeros lo fija en las proporciones siguientes : bancos franceses, 55%; ingleses, 10%; alemanes, 35%. De esta suma, de 8.235 millones de capital activo, 3.687 millones, esto es, más del 40%, corresponden, según los cálculos del autor, a los sindicatos : el "Produgol"[9], el "Prodamet"[10] y los sindicatos del petróleo, de la metalurgia y del cemento. Por consiguiente, la fusión del capital bancario e industrial, con motivo de la constitución de los monopolios capitalistas, ha dado también en Rusia un gran paso adelante.

    El capital financiero, concentrado en un puño y que goza del monopolio efectivo, obtiene un beneficio enorme, que se acrece sin cesar, de la constitución de sociedades, de la emisión de valores, de los empréstitos del Estado, etc., consolidando la dominación de la oligarquía financiera, imponiendo a toda la sociedad los tributos en provecho de los monopolistas. He aquí uno de los innumerables ejemplos de los "negocios" de los trusts americanos, citado por Hilferding : En 1887, Havemeyer constituyó el trust del azúcar mediante la fusión de 15 pequeñas compañías, cuyo capital total era de 6,5 millones de dólares. Pero el capital del trust, "diluido", según expresión norteamericana, fue determinado en 50 millones de dólares. La "sobrecapitalización" calculaba de antemano los futuros beneficios monopolistas, del mismo modo que, también en América, el trust del acero calcula los futuros beneficios monopolistas acaparando un número cada vez más considerable de yacimientos de mineral de hierro. Y, en efecto, el trust del azúcar fijó precios de monopolio y percibió tales beneficios, que pudo pagar un dividendo del 10% al capital siete veces "diluido", es decir, ¡casi el 70% del capital aportado efectivamente al ser constituido el trust! En 1909, su capital era de 90 millones de dólares. En veintidós años, el capital fue más que decuplicado.

    En Francia, la dominación de la "oligarquía financiera" ("Contra la oligarquía financiera en Francia" es el título del conocido libro de Lysis, cuya quinta edición apareció en 1908) ha adoptado una forma sólo un poco modificada. Los cuatro bancos más importantes gozan no del monopolio relativo, sino "del monopolio absoluto" para la emisión de valores. De hecho, se trata de un "trust de los grandes bancos". Y el monopolio garantiza beneficios monopolistas de las emi siones. Al hacerse los empréstitos, el país que los negocia percibe habitualmente no más del 90% del total; el 10% restante va a parar a los bancos y demás intermediarios. El beneficio de los bancos en el empréstito ruso-chino de 400 millones de francos fue del 8%; en el ruso (1904) de 800 millones, del 10%; en el marroquí (1904) de 62,5 millones, del 18,75%. El capitalismo, que inició su desarrollo con e pequeño capital usurario, llega al final de este desarrollo con un capital usurario gigantesco. "Los franceses son los usureros de Europa", dice Lysis. Todas las condiciones de la vida económica sufren una modificación profunda a consecuencia de esta transformación del capitalismo. Con el estancamiento de la población, de la industria, del comercio y del transporte marítimo, "el país" puede enriquecerse por medio de las operaciones usurarias. "Cincuenta individuos, que representan un capital de 8 millones de francos, pueden disponer de dos mil millones colocados en cuatro bancos". El sistema de la "participación", que ya conocemos, conduce a las mismas consecuencias : uno de los bancos más importantes, la "Sociedad General" (Société Générale) emitió 64.000 obligaciones de la "sociedad filial", "Refinerías de azúcar de Egipto". El curso de la emisión era del 150%, es decir, que el banco se beneficiaba en cincuenta céntimos por cada franco. Los dividendos de dicha sociedad resultaron ficticios, el "público" perdió de 90 a 100 millones de francos; "uno de los directores de la 'Sociedad General' era miembro de la administración de las 'Refinerías'. No tiene nada de sorprendente que el autor se vea obligado a llegar a la siguiente conclusión : "la República francesa es una monarquía financiera"; "es el dominio completo de la oligarquía financiera, que reina sobre la prensa y sobre el gobierno"[*].

    Los beneficios excepcionalmente elevados que proporciona la emisión de valores, como una de las operaciones principales del capital financiero, desempeñan un papel muy importante en el desarrollo y consolidación de la oligarquía financiera. "En el interior del país no hay ningún 'negocio' que dé, ni aproximadamente, un beneficio tan elevado como el servir de intermediario para la emisión de los empréstitos extranjeros", dice la revista alemana "Die Bank"[**].

    "No hay ninguna operación bancaria que produzca beneficios tan elevados como las emisiones". En la emisión de valores industriales, según los datos de "El Economista Alemán", el beneficio anual fue, por término medio, el siguiente

1895 38,6% 1898 67,7%
1896 38,6% 1899 66,9%
1897 66,7% 1900 55,2%

"En diez años, de 1891 a 1900, la emisión de valores industriales alemanes produjo un 'beneficio' de más de mil millones "***.

    Si durante los períodos de auge industrial los beneficios del capital financiero son inconmensurables, durante los períodos de decadencia se arruinan las pequeñas empresas y las empresas inconsistentes, mientras que los grandes bancos "participan" en la adquisición de las mismas a bajo precio o en su "saneamiento" y "reorganización" lucrativos. Al efectuarse el "saneamiento" de las empresas que trabajan con pérdida, "el capital anónimo sufre una baja, esto es, los beneficios son distribuidos sobre un capital menor y se calculan en lo sucesivo a base de ese capital. O, si la rentabilidad ha quedado reducida a cero, se incorpora nuevo capital, el cual, al unirse con el capital viejo, menos lucrativo produce ya un beneficio suficiente. Conviene decir -- añade Hilferding -- que todos esos saneamientos y reorganizaciones tienen una doble importancia para los bancos : primero, como operación lucrativa, y segundo, como ocasión propicia para colocar a esas sociedades necesitadas bajo su dependencia"*

    He aquí un ejemplo : la sociedad anónima minera "Unión" de Dortmund, fundada en 1872. Fue emitido un capital en acciones por cerca de 40 millones de marcos, y, cuando el primer año se percibió un dividendo del 12%, el curso se elevó hasta el 170%. El capital financiero se quedó con la nata, embolsándose la pequeñez de unos 28 millones de marcos. Desempeñó el papel principal en la fundación de dicha sociedad ese mismo gran banco alemán "Sociedad de Descuento", que sin contratiempos alcanzó un capital de 300 millones. Después, los dividendos de la "Unión" descendieron hasta cero. Los accionistas tuvieron que consentir en hacer pasar el capital "a pérdidas y ganancias", es decir, en perder una parte de su capital, a fin de no perderlo todo.

Como resultado de una serie de "saneamientos", de los libros de la sociedad "Unión" desaparecen, en el transcurso de treinta años, más de 73 millones de marcos. "En la actualidad, los accionistas primitivos de esta sociedad tienen en sus manos únicamente el 5% del valor nominal de sus acciones"[*], y a cada nuevo "saneamiento" los bancos seguían "embolsándose ganancias".

    Una de las operaciones particularmente lucrativas del capital financiero es también la especulación con terrenos en las afueras de las grandes ciudades que crecen rápidamente. El monopolio de los bancos se funde en este caso con el monopolio de la renta del suelo y con el monopolio de las vías de comunicación, pues el aumento de los precios de los terrenos, la posibilidad de venderlos ventajosamente por partes, etc., dependen principalmente de los buenos medios de comunicación con el centro de la ciudad, y dichas vías de comunicación se hallan en marlos de grandes cornpañías, ligadas, por el sistema de la participación y por la distribu ción de los puestos directivos, con esos mismos bancos. Resulta de todo ello lo que el escritor alemán L. Eschwege, colaborador de la revista "Die Bank", que se ha especializado en el estudio de las operaciones relacionadas con la venta e hipoteca de terrenos, etc., ha calificado de "charca" : la furiosa especulación con los terrenos de las afueras de las ciudades, los cracs de las sociedades de construcciones, como, por ejemplo, la firma berlinesa "Boswau y Knauer", que había embolsado hasta 100 millones de marcos por mediación del banco "más importante y respetable", el "Banco Alemán", el cual, naturalmente, obraba según el sistema de la "participación", esto es, en secreto, en la sombra, y salió del paso no perdiendo "más" que 12 millones de marcos; después, la ruina de los pequeños patronos y de los obreros que no consiguen percibir ni un céntimo de las sociedades de construcción ficticias; los trapicheos fraudulentos con la "honrada" policía berlinesa y la administración para tener en sus manos el servicio de información sobre los terrenos y las autorizaciones del municipio para construir, etc.[*]

    Los "hábitos norteamericanos" de los que tan hipócritamente se lamentan los profesores europeos y los burgueses bien intencionados, en la época del capital financiero se han convertido en hábitos de toda ciudad importante de cualquier país.

    En Berlín, a principios de 1914, se hablaba de la fundación de un "trust del transporte", esto es, una "comunidad de intereses" de las tres empresas berlinesas de transporte : los ferrocarriles eléctticos urbanos, la sociedad de tranvías y la de autobuses.

    "Que este propósito existe -- decía la revista 'Die Bank' -- lo sabíamos desde que fue del dominio público que la mayoría de las acciones de la sociedad de ómnibus había sido adquirida por las otras dos sociedades del transporte. . . Se puede dar entero crédito a quienes persiguen dicho propósito, cuando afirman que, mediante la regulación uniforme de los transportes, tienen la esperanza de obtener economías de una parte de las cuales, en resumidas cuentas, se beneficiaría el público. Pero la cuestión se complica a consecuencia de que, detrás de ese trust del transporte en formación, están los bancos, que, si quieren, pueden subordinar los medios de comunicación monopolizados por ellos a los intereses de su tráfico de terrenos. Para convencerse de lo justificado de esta suposición basta recordar que, ya al ser fundada la sociedad del ferrocarril eléctrico urbano, se hallaban mezclados en ella los intereses del gran banco que patrocinó la constitución de dicha sociedad. Esto es : los intereses de la mencionada empresa de transporte estaban íntimamente relacionados con los del comercio de terrenos. La cuestión es que la línea oriental de dicho ferrocarril debía pasar por los terrenos que más tarde ese banco, cuando la construcción del ferrocarril estaba ya asegurada, vendió con un enorme beneficio para sí y para algunas personas que intervinieron en la venta". . .[*]

    El monopolio, una vez que está constituido y maneja miles de millones, penetra de un modo absolutamente inevitable en todos los aspectos de la vida social, independientemente del régimen político y de otras "particularidades". En la literatura económica alemana son habituales los autobombos serviles a la honradez de los funcionarios prusianos y las alusiones al "Panamá" francés[11] o a la venalidad política norteamericana. Pero el hecho es que aun la literatura burguesa consagrada a los asuntos bancarios de Alemania, se ve constantemente obligada a salirse de los límites de las operaciones puramente bancarias y a escribir, por ejemplo, sobre la "tendencia a entrar en los bancos", a propósito de los casos, cada día más frecuentes, de funcionarios que pasan al servicio de los bancos. "¿Qué se puede decir de la incorruptibilidad del funcionario de Estado cuya secreta aspiración nuevo reparto si se modifica la relación de fuerzas, a consecuencia de la desigualdad del desarrollo, de las guerras, de los cracs, etc.

    La industria del petróleo nos ofrece un ejemplo instructivo de intento de un nuevo reparto de este género, de la lucha por el mismo.

    "El mercado petrolero del mundo -- escribía Jeidels, en 1905 -- aun actualmente se halla repartido entre dos grandes grupos financieros : el trust norteamericano 'Standard Oil C.ƒ', de Rockefeller, y los dueños del petróleo ruso de Bakú Rotdschild y Nobel. Estos dos grupos están íntimamente ligados entre sí, pero su situación de monopolio se halla amenazada, hace ya algunos años, por cinco enemigos:[*] 1) el agotamiento de los yacimientos norteamericanos de petróleo; 2) la competencia de la firma Mantaschev en Bakú; 3) los yacimientos de Austria; 4) los de Rumania; 5) los yacimientos de petróleo transoceánicos, particularmente en las colonias holandesas (las riquísimas firmas Samuel y Shell, enlazadas también con el capital inglés). Las tres últimas series de empresas están relacionadas con los grandes bancos alemanes, con el más importante de ellos, el "Banco Alemán", al frente. Estos bancos han desarrollado de un modo sistemático e independiente la industria petrolífera, por ejemplo, en Rumania, a fin de tener "su" punto de apoyo. En 1907, se calculaba que, en la industria petrolífera rumana, había capitales extranjeros por valor de 185 millones de francos, de los cuales 74 millones eran alemanes**.

    Empezó lo que en la literatura económica ha sido calificado de lucha por el "reparto del mundo". Por una parte, el "Standard Oil", de Rockefeller, deseando apoderarse de todo, fundó una "sociedad filial" en la misma Holanda, adquiriendo los yacimientos de la India holandesa y aspirando de este modo a asestar el golpe a su enemigo principal : el trust holandés-británico "Shell". Por otra parte, el "Banco Alemán" y otros bancos berlineses dirigían todos sus esfuerzos a "salvaguardar" "para sí" Rumania y a unirla a Rusia contra Rockefeller Este último poseía un capital incomparablemente más cuantioso y una magnífica organización del transporte y del abastecimiento de petróleo a los consumidores. La lucha debía terminar y terminó en 1907, con la derrota completa del "Banco Alemán", al cual le quedaban dos caminos : o liquidar con millones de pérdida sus "intereses petrolíferos" o someterse. Escogió el segundo y pactó un acuerdo muy poco ventajoso para él, con el "Standard Oil". En dicho acuerdo, se comprometía "a no hacer nada en perjuicio de los intereses norteamericanos", estipulándose, sin embargo, que el acuerdo perdería su vigor en el caso de que en Alemania llegara a aprobarse una ley estableciendo el monopolio del Estado sobre el petróleo.

    Entonces empieza la "comedia del petróleo". Uno de los reyes financieros de Alemania, von Gwinner, director del "Banco Alemán", por mediación de su secretario privado, Stauss, organiza una campaña de agitación en favor del monopolio del petróleo Se pone en juego todo el gigantesco aparato del más importante banco berlinés, todas las vastas "relaciones" de que dispone, la prensa se llena de gritos "patrióticos" contra el "yugo" del trust norteamericano, y el Reichstag, casi por unanimidad, adopta, el 15 de marzo de 1911, una resolución invitando al gobierno a elaborar un proyecto de monopolio del petróleo. El gobierno acogió esta idea "popular", y el "Banco Alemán", que quería engañar a su "partenaire" norteamericano y arreglar sus negocios por mediación del monopolio de Estado, parecía haber ganado la partida. Los reyes alemanes del petróleo se frotaban ya las manos de gusto pensando en sus beneficios gigantescos, que no serían inferiores a los de los azucareros rusos. . . Pero, en primer lugar, los grandes bancos alemanes se malquistaron entre sí a causa del reparto del botín, y la "Sociedad de Descuento" puso al descubierto las miras interesadas del "Banco Alemán"; en segundo lugar, el gobierno se asustó ante la idea de una lucha con Rockefeller, pues era muy dudoso que Alemania pudiera procurarse petróleo sin contar con él (la productividad de Rumania no es muy considerable); en tercer lugar, casi al mismo tiempo, en 1913, se votaba un crédito de mil millones para los preparativos de guerra de Alemania. El proyecto de monopolio fue aplazado. Por el momento el "Standard Oil" de Rockefeller salió victorioso de la lucha.

    La revista berlinesa "Die Bank" escribía a este propósito que Alemania no podría luchar con el "Standard Oil" más que introduciendo el monopolio de la electricidad y convirtiendo la fuerza hidráulica en electricidad barata.

    Pero -- añadía -- "el monopolio de la electricidad vendrá cuando constituya una necesidad de los productores, precisamente cuando nos hallemos en vísperas del gran crac de turno en la industria eléctrica, y cuando las gigantescas centrales eléctricas caras que se están construyendo actualmente en todas partes por los 'consorcios' privados de la industria eléctrica y para las cuales dichos 'consorcios' obtienen ya ahora algunos monopolios de los municipios, del Estado, etc., no puedan ya trabajar con beneficio. Entonces será necesario poner en marcha las fuerzas hidráulicas; pero no será posible convertirlas en electricidad barata por cuenta del Estado, síno que se hará preciso entregarlas también a un 'monopolio privado controlado por el Estado', pues la industria privada ha concertado ya una serie de transacciones y estipulado grandes indemnizaciones. . . Así ocurrió con el monopolio de la potasa, así sucede con el monopolio del petróleo, así será con el monopolio de la electricidad. Es hora ya de que nuestros socialistas de Estado, que se dejan deslumbrar por principios brillantes, comprendan, por fin, que en Alemania los monopolios no han perseguido nunca como fin, ni han dado como resultado, proporcionar beneficios a los consumidores o, por lo menos, poner a disposición del Estado una parte de los beneficios patronales, sino que han servido para sanear a costa del Estado la industria privada, que ha llegado casi al borde de la bancarrota"[*].

    Estas son las confesiones preciosas que se ven obligados a hacer los economistas burgueses de Alemania. Aquí vemos patentemente cómo, en la época del capital financiero, los monopolios de Estado y los privados se entretejen formando un todo y cómo, tanto los unos como los otros, no son, en realidad, más que distintos eslabones de la lucha imperialista entre los más grandes monopolistas por el reparto del mundo.

    En la navegación comercial, el proceso gigantesco de concentración ha conducido asimismo al reparto del mundo. En Alemania, se han destacado dos grandes sociedades : "Hamburg-Amerika-Linie" y el "Lloyd de la Alemania del Norte", ambas con un capital de 200 millones de marcos (acciones y obligaciones) cada una y poseyendo buques por un valor de 185 a 189 millones de marcos. Por otra parte, en Norteamérica, el 1 de enero de 1903, se fundó el llamado trust Morgan, "Compañía internacional de comercio maritimo", que une a las compañías navieras norteamericanas e inglesas, en número de nueve, y que dispone de un capital de 120 millones de dólares (480 millones de marcos). Ya en 1903, entre los colosos alemanes y ese trust angloamericano se concertó un tratado sobre el reparto del mundo en relación con el reparto de los beneficios. Las sociedades alemanas renunciaron a la competencia en los transportes entre Inglaterra y Norteamérica. Se fijó de un modo preciso los puertos "reservados" a cada uno, se creó un comité de control común, etc. El tratado fue concertado para veinte años, con la prudente reserva de que perdería su vigor en caso de guerra[*].

    Es también extraordinariamente instructiva la historia de la constitución del cartel internacional del rail. Por primera vez, las fábricas de railes inglesas, belgas y alemanas inten taron ya en 1884, constituir dicho cartel en un período de decadencia intensa de los negocios industriales. Se pusieron de acuerdo para que los países firmantes del tratado no com pitieran en sus mercados interiores, y los mercados exteriores se distribuyeran con arreglo a la proporción siguiente : Inglaterra, el 66%; Alemania, el 27%; Bélgica, el 7%. La India quedó enteramente a merced de Inglaterra. Se hizo una guerra común contra una firma inglesa que se había quedado al margen del acuerdo. Los gastos de dicha guerra fueron cubiertos con un tanto por ciento de las ventas generales. Pero en 1886, cuando salieron del cartel dos firmas inglesas, éste se desmoronó. Es un hecho característico el de que no fue posible conseguir el acuerdo durante los años de prosperidad industrial que siguieron.

    A principios de 1904, fue fundado el sindicato del acero de Alemania. En noviembre del mismo año reanudó su existencia el cartel internacional del rail, con la proporción siguiente : Inglaterra, el 53,5%; Alemania, el 28,83%; Bélgica, el 17,67%. Más tarde se adhirió Francia con el 4,8%, 5,8% y 6,4%, en el primero, segundo y tercer año, respectivamente, sobre el 100% es decir, con el 104,8% en total, y así sucesivamente. En 1905, se adhirió el "Trust del acero" de los Estados Unidos ("Corporación del acero"); después, Austria y España.

    "En el momento actual -- decía Vogelstein en 1910 -- el reparto del mundo está terminado, y los grandes consumidores, en primer lugar los ferrocarriles del Estado, pueden vivir -- puesto que el mundo está ya repartido, sin tener en cuenta sus intereses --, como el poeta, en los cielos de Júpiter"[*].
    Recordemos también el sindicato internacional del zinc, fundado en 1909, que distribuyó exactamente el volumen de la producción entre tres grupos de fábricas : alemanas, belgas, francesas, españolas, inglesas; después el trust internacional de la pólvora, esa "estrecha asociación, completamente moderna -- según las palabras de Liefmann --, entre todas las fábricas alemanas de explosivos, que más tarde, juntas con las fábricas de dinamita francesas y norteamericanas, organi zadas de un modo análogo, se han repartido, por decirlo así, todo el mundo"**.

    Según Liefmann, en 1897 había cerca de 40 cartels inter nacionales con la participación de Alemania, y en 1910, ya había cerca de un centenar.

    Algunos escritores burgueses (a los cuales se ha unido ahora C. Kautsky, que ha traicionado completamente su posición marxista, por ejemplo, de 1909) han expresado la opinión de que los cartels internacionales, siendo como son una de las expresiones de mayor relieve de la internacionalización del capital, permiten abrigar la esperanza de la paz entre los pueblos bajo el capitalismo. Esta opinión es, desde el punto de vista teórico, completamente absurda, y, desde el punto de vista práctico, un sofisma, un medio de defensa poco honrado del oportunismo de la peor especie.

Los cartels internacionales muestran hasta qué grado han crecido ahora los monopolios capitalistas y cuáles son los objetivos de la lucha que se desarrolla entre los grupos capitalistas. Esta última circunstancia es la más importante, sólo ella nos aclara el sentido histórico-económico de los acontecimientos pues la forma de lucha puede cambiar y cambia constantemente como consecuencia de diversas causas, relativamente particulares y temporales, pero la esencia de la lucha, su contenido de clase no puede cambiar, mientras subsistan las clases. Se comprende que a los intereses de la burguesía alemana, por ejemplo, a la cual se ha pasado en realidad Kautsky en sus razonamientos teóricos (como veremos más abajo), convenga velar el contenido de la lucha económica actual (por el reparto del mundo) y subrayar ya esta ya la otra forma de dicha lucha. Este es el mismo error en que incurre Kautsky. Y se trata, naturalmente, no sólo de la burguesía alemana, sino de la burguesía internacional. Los capitalistas reparten el mundo, no como consecuencia de su particular perversidad, sino porque el grado de concentración a que se ha llegado les obliga a seguir este camino para obtener beneficios; y se lo reparten "según el capital"; "según la fuerza"; otro procedimiento de reparto es imposible en el sistema de la producción de mercancías y del capitalismo. La fuerza varía a su vez en consonancia con el desarrollo económico y político; para comprender lo que está aconteciendo, hay que saber cuáles son los problemas que se solucionan con el cambio de las fuerzas, pero saber si dichos cambios son "puramente" económicos o extraeconómicos (por ejemplo, militares), es una cuestión secundaria que no puede hacer variar en nada la concepción fundamental sobre la época actual del capitalismo. Sustituir la cuestión del contenido de la lucha y de las transacciones entre los grupos capitalistas por la cuestión de la forma de esta lucha y de estas transacciones (hoy pacífica, mañana no pacífica, pasado mañana otra vez no pacífica) significa descender hasta el papel de sofista.

    La época del capitalismo moderno nos muestra que entre los grupos capitalistas se están estableciendo determinadas relaciones sobre le base del reparto económico del mundo, y que, al mismo tiempo, en conexión con esto, se están estableciendo entre los grupos políticos, entre los Estados, determinadas relaciones sobre la base del reparto territorial del mundo, de la lucha por las colonias, de la "lucha por el territorio económico".

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* Hilferding, "El capital Financiero", Moscú, 1912, págs. 338-339.
* R. Liefmann, obra cit., pág. 476.
* Hans Gídeon Heymann, "Die gemischten Werke im deutschen Grosseisengewerbe", St., 1904, págs. 268-269.
** Liefmann, "Beteiligungsges, etc.", pág. 258 (primera edición).
* Schulze-Gaevernitz, "Grundriss der Sozialökonomik", vol. V., 2, pág. 110.
* L. Eschwege, "Tochtergesellschaften", "Die Bank", 1914, t. I, pág. 545.
** Kurt Heinig, "Der Weg des Elektrotrusts", "Neue Zeit", 1912, 30 año II, pág. 484.
* E. Agahd, "Grossbanken und Weltmarkt. Die wirtschaftliche und politische Bedeutung der Grossbanken im Weltmarkt unter Berucksichtigung ihres Einflusses auf Russlands Volkswirtschaft und die deutsch-russischen Beziehungen", Berlín, 1914.
* Lysis, "Contre l'oligarchie financière en France", 5 a edición, París, 1908, págs 11, 12, 26, 39, 40, 48.
** "Die Bank", 1913, núm. 7, pág. 630.
*** Stillich, obra cit., pág. 143 y W. Sombart, "Die deutsche Volkswirtschaft im. 19. Jahrhundert", 2a edición, 1909, pág. 526, Apéndice 8.
* Hilferding, obra cit., pág. 172.
* Stillich, obra cit., pág. 138; Liefmann, pág. 51.
* "Die Bank", 1913, pág. 952, L. Eschwege, "Der Sumpf"; ibíd. 1912, I, págs. 223 y siguientes.
* "Verkehrstrust", "Die Bank", 1914, I, pág. 89.
* Jeidels, pág. 193.
** Diouritch, pág, 245.
* "Die Bank", 1912, I, pág, 1036; 1912, II, pág. 629; 1913, I, pág. 388.
* Riesser, obra cit., pág. 125.
* Vogelstein, "Organisationsformen", pág. 100.
    ** Liefmann, "Kartelle und Trusts", 2a ed., pág. 161.

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