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Lenin - Dos tacticas - Las comunas revolucionarias
 
Carlos Marx
Federico Engels
Vladimir Illich Lenin
Jose Stalin
Mao Tse Tung

Dos tacticas
DOS TACTICAS DE LA SOCIALDEMOCRACIA EN LA REVOLUCION DEMOCRATICA
INDICE
Prologo
1. Una Cuestion politica urgente
2. Que nos da la resolucion del 3 Congreso del POSDR sobre el Gob. provisional revolucionario ?
3. Ques es la Victoria decisiva de la revolucion sobre el zarismo ?
4. La liquidacion del regimen monarquico y la republica
5. Como hay que impulsar la revolucion hacia adelante ?
6. De que lado amenaza al proletariado el peligro de verse con las manos atadas en la lucha contra la burguesia inconsecuente ?
7. La tactica de la eliminacion de los conservadores del gobierno
8. La tendencia de Osvobozhdenie y el neoiskrismo
9. Que significa ser el partido de la oposicion extrema durante la revolucion ?
10. Las "comunas revolucionarias" y la dictadura revolucionario-democratica del proletariado y de los campesinos
11. Breve comparacion de algunas resoluciones del 3 Congres del P.O.S.D.R. y de la "conferencia"
12. Sera menor la envergadura de la revolucion democratica si la burguesia le vuelve la espalda ?
13. Conclusion. Nos atreveremos a vencer ?
14. Epilogo
15. Notas

 


10. LAS "COMUNAS REVOLUCIONARIAS" Y
LA DICTADURA REVOLUCIONARIO
DEMOCRATICA DEL PROLETARIADO Y
DE LOS CAMPESINOS

    La Conferencia de los neoiskristas no se ha sostenido en la posición anarquista a la cual había llegado la nueva Iskra (sólo "desde abajo" y no "desde abajo y desde arriba"). Lo absurdo de admitir la insurrección y no admitir la victoria y la participación en el gobierno provisional revolucionario, saltaba demasiado a la vista. Por eso, la resolución ha introducido reservas y limitaciones en la solución dada a la cuestión por Martínov y Mártov. Examinemos estas reservas, expuestas en la siguiente parte de la resolución :

    "Esta táctica ("seguir siendo el partido de la oposición revolucionaria extrema"), naturalmente, no excluye en lo más mínimo la conveniencia de la toma parcial, episódica del Poder y de la formación de comunas revolucionarias en tal o cual ciudad, en tal o cual región, con el interés exclusivo de contribuir a la extensión de la insurrección y a la desorganización del gobierno".

    Si es así, quiere decir que en principio se acepta la acción no sólo desde abajo, sino también desde arriba. Quiere decir, que la tesis sostenida en el conocido folletón de L. Mártov en Iskra (núm. 93) se recha~a, y se reconoce como justa la táctica del periódico Vperiod : no sólo "desde abajo", sino también "desde arriba".

    Además, la toma del Poder (aunque sea parcial, episódica, etc.) presupone, evidentemente, la participación no sólo de la socialdemocracia y no sólo del proletariado. Esta se debe a que no es sólo el proletariado el que está interesado en la revolución democrática y el que participa activamente en la misma. Esto se debe a que la insurrección es "popular", como se dice en el principio de la resolución examinada, que en ella participan asimismo "grupos no proletarios" (expresión de la resolución de los conferencistas sobre la insurrección), es decir, también la burguesía. Por consiguiente, ha sido arrojado por la borda por la Conferencia, como lo procuraba Vperiod, el principio según el cual toda participación de los socialistas, junto con la pequeña burguesía, en el gobierno provisional revolucionario, es una traición a la clase obrera. La "traición" no deja de ser traición por el hecho de que la acción que la determina sea parcial, episódica, regional, etc Por lo tanto, el equiparar la participación en el gobierno provisional revolucionario al jauresismo vulgar ha sido arrojado por la borda por la Con ferencia, como lo procuraba Vperiod [19] . El gobierno no deja de ser gobierno por el hecho de que su poder se extienda no a muchas ciudades, sino a una ciudad, no a muchas regiones, sino a una región; como tampoco por el nombre que lleve dicho gobierno. Así, pues, la conferencia ha desechado ese planteamiento de la cuestión que la nueva Iskra intentó hacer desde el punto de vista de los principios.

    Veamos ahora si son razonables las limitaciones que impone la Conferencia a la constitución, aceptada ahora en principio, de gobiernos revolucionarios, y a la participación en los mismos. No sabemos en qué se diferencia el concepto de "episódico" del concepto de "provisional". Tememos que, en este caso, una palabra extranjera y "nueva" no sirve aquí más que para ocultar la ausencia de una idea clara. Esto parece "más profundo", cuando, en realidad, sólo es más oscuro y confuso. ¿En qué se diferencia la "conveniencia" de la "toma" parcial "del Poder" en una ciudad o región, de la participación en el gobierno provisional revolucionario de todo un Estado? ¿Acaso entre las "ciudades" no las hay tales como Petersburgo, donde tuvo lugar el g de enero? ¿Acaso entre las regiones no está el Cáucaso, el cual es mayor que muchos Estados? ¿Acaso las tareas (que inquietaban en un tiempo a la nueva Iskra ) de la intervención en todo lo referente a las carceles, a la policía, al Tesoro, etc. no se plantean también ante nosotros con la "toma del Poder" incluso en una ciudad, sin hablar ya de una región? Nadie negará, naturalmente, si las fuerzas son insuficientes, si el triunfo de la insurrección no es completo si la victoria no e6 decisiva, la posibilidad de gobiernos provisionales revolucionarios parciales, de ciudades y otros. Pero ¿a qué viene esto, señores? ¿No son ustedes mismos los que hablan, en el principio de la resolución, de la "victoria decisiva de la revolución", de la "insurrección popular victoriosa"? ¿Desde cuándo los socialdemócratas toman sobre sí la obra de los anarquistas : dispersar la atención y los fines del proletariado, orientarlo hacia lo "particular" y no hacia lo general, único, integral y completo? Al presuponer la "toma del Poder" en una ciudad, vosotros mismos habláis de la "extensión de la insurrección" a otra ciudad -- ¿nos atreveremos a pensarlo? -- , a todas las ciudades -- ¿será permitido esperarlo? --. Vuestras conclusiones, señores, son tan vacilantes y casuales, contradictorias y confusas, como vuestras premisas. El III Congreso del P.O.S.D.R. ha dado una respuesta completa y clara a la cuestión del gobierno provisional revolucionario en general. Esta respuesta se extiende asimismo a todos los gobiernos provisionales par ciales. En cambio, la respuesta de la Conferencia, sepa rando de un modo artificial y arbitrario una parte de la cuestión, no trata más que de esquivar (pero sin éxito) la cuestión en su conjunto y siembra la confusión.

    ¿Qué significa eso de las "comunas revolucionarias"? ¿Se distingue esta noción de la del "gobierno provisional revolucionario", y en caso afirmativo, en qué? Los mismos señores conferencistas lo ignoran. El confusionismo en la concepción revolucionaria les conduce, como sucede habitualmente, a la frase revolucionaria. Sí, el empleo del término "comuna revolucionaria" en la resolución de los representantes de la socialdemocracia es una frase revolucionaria, y nada más. Marx condenó más de una vez semejante frase, en la que se ocultan tras un término "sugestivo" de un pasado caduco las tareas del porvenir El carácter sugestivo de un término que ha desempeñado un papel en la historia se convierte en casos semejaMes en un oropel inútil y nocivo, en un sonajero, Nosotros necesitamos dar a los obreros y a todo el pueblo una noción clara e inequívoca de por qué queremos la constitución de un gobierno provisional revolucionario, de cuáles son precisamente las transformaciones que realizaremos si mañana ejercemos una influencia decisiva sobre el Poder, en caso de que la insurrección popular ya iniciada tenga un desenlace victorioso. He aquí las cuestiones planteadas ante los dirigentes políticos.

    El III Congreso del P.O.S.D.R. contesta a estas cuestiones con la más completa claridad, dando un programa completo de dichas transformaciones : el programa mínimo de nuestro Partido. Mientras que la palabra "comuna" no da respuesta alguna y no hace más que llenar la cabeza con conceptos difusos. . . o con frases vacías Cuanto más cara es para nosotros, por ejemplo, la Comuna de París de 1871, tanto menos tolerable es que salgamos del paso aludiendo a la misma sin examinar sus errores y sus condiciones peculiares. Hacer esto significaría reproducir el absurdo ejemplo de los blanquistas, ridiculizados por Engels, los cuales se prosternaban (en 1874, en su "Manifiesto") ante todo acto de la Comuna [20 ] . ¿Qué dirá el "conferencista" al obrero cuando éste le interrogue sobre esta "comuna revolucionaria" de que se habla en la resolución? Le podrá decir únicamente que en la historia se entiende por dicho nombre un gobierno obrero que no sabía y no podía en aquel entonces distinguir los elementos de la revolución democrática y socialista, que confundía las tareas de la lucha por la república con las tareas de la lucha por el socialismo, que no supo solucionar las tareas de una ofensiva militar enérgica contra Versalles, que cometió el error de no apoderarse del Banco de Francia, etc. En una palabra, tanto si os referís en vuestra respuesta a la Comuna de París como a otra cualquiera, vuestra respuesta será : éste fue un gobierno al cual el nuestro no se debe parecer. ¡Buena respuesta, ni que decir tienel ¿No atestigua esto el verbalismo razonador huero del exegeta y la impotencia de un revolucionario, cuando se guarda silencio sobre el programa práctico del Partido y se empieza inoportunamente a dar en la resolución una lección de historia? ¿No demuestra esto precisamente la existencia del error que querían en vano imputarnos a nosotros : la confusión de la revolución democrática y de la socialista, entre las caules ninguna "comuna" ha establecido distinción?

    Se presenta como fin "exclusivo" del gobierno provisional (tan inoportunamente calificado de comuna) la extensión de la insurrección y la desorganización del gobierno Este término "exclusivo" elimina, en el sentido literal de la palabra, cualquier otra tarea, siendo una reincidencia en la absurda teoría de "sólo desde abajo" Una eliminación semejante de otras tareas es, una vez más, prueba de miopía e irreflexión La "comuna revolucionaria", esto es, el Poder revolucionario aunque no sea más que en una ciudad, deberá ocuparse inevitablemente (aunque sea temporal, "parcial, episódicamente") de todos los asuntos del Estado, y, en este caso, es el colmo de lo irrazonable ocultar la cabeza bajo el ala. Dicho Poder deberá legalizar la jornada de ocho horas, instituir la inspección obrera de las fábricas, organizar la instrucción general gratuita, implantar la ele gibilidad de los jueces y constituir Comités campesinos, etc.; en una palabra, deberá llevar a cabo, sin falta, una serie de reformas. Incluir dichas reformas en la noción de "contribuir a la extensión de la insurrección" significaría jugar con las palabras y aumentar deliberadamente la oscuridad allí donde hace falta una claridad completa.

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La parte final de la resolución neoiskrista no suministra nuevos materiales para la crítica de las tendencias de principio del "economismo" resucitado en nuestro Partido, pero ilustra en otro aspecto un poco diferente lo dicho más arriba.

    He aquí dicha parte :

    "Sólo en un caso la socialdemocracia debería por su iniciativa encaminar sus esfuerzos en el sentido de adueñarse del Poder, retenerlo el mayor espacio posible de tiempo en sus manos; a saber : en el caso de que la revolución se extendiera a los países avanzados de la Europa occidental, en los cuales han alcanzado ya una cierta [?] madurez las condiciones para la realización del socialismo. En este caso, los limitados marcos históricos de la revolución rusa se podrían ensanchar considerablemente y aparecería la posibilidad de entrar en la senda de las transformaciones socialistas.

    Basando su táctica en el propósito de conservar para el Partido Socialdemócrata, en el transcurso de todo el período revolucionario, la situación de oposición revolucionaria extrema con respecto a todos los gobiernos que se sucedan en el Poder durante la revolución, la socialdemocracia podrá prepararse del modo mejor también para la utilización del Poder gubernamental, si éste cae [??] en sus manos".

    Aquí, la idea fundamental es la misma que ha formulado reiteradamente Vperiod, al decir que no debemos temer (como la teme Martínov) la victoria completa de la socialdemocracia en la revolución democrática, esto es, la dictadura revolucionario-democrática del proletariado y de los campesinos, pues una victoria tal nos dará la posibilidad de levantar a Europa; y el proletariado socialista europeo, sacudiéndose el yugo de la burguesía, nos ayudará, a su vez, a realizar la revolución socialista. Pero ved hasta qué punto aparece empeorada esta idea en la exposición de los neoiskristas. No nos detendremos en detalles, tales como el absurdo de que el Poder puede "caer" en las manos de un partido consciente, que considere como nociva la táctica de la toma del Poder; que en Europa las condiciones para el socialismo han alcanzado no una cierta madurez, sino madurez en general; que nuestro programa de partido no conoce ninguna transformación socialista, sino solamente la revolución socialista. Tomemos lo principal y fundamental que distingue las ideas de Vperiod de las de la resolución. Vperiod indicaba al proletariado revolucionario de Rusia una misión activa : triunfar en la lucha por la democracia y aprovecharse de esta victoria para trasladar la revolución a Europa. La resolución no comprende esta conexión existente entre nuestra "victoria decisiva" (no en el sentido neoiskrista) y la revolución en Europa, y, por esto, no habla de los fines del proletariado, ni de las perspectivas de su victoria, sino de una de las posibilidades en general : "Si la revolución se extendiera. . ." Vperiod indicaba de un modo directo y definido -- y estas indicaciones entraron en la resolución del III Congreso del P.O.S.D.R. -- cómo precisamente se puede y se debe "utilizar el Poder gubernamental" en interés del proletariado, teniendo en cuenta lo que se puede realizar inmediatamente, en el grado actual del desarrollo social, y lo que es necesario realizar primero como premisa democrática de la lucha por el socialismo. También en este sentido la resolución se arrastra sin remedio a la cola, al decir : "Podrá prepararse para la utilización", sin saber decir cómo es que puede prepararse, cómo ha de hacerlo y en qué sentido ha de utilizar esta preparación. No dudamos, por ejemplo, de que los neoiskristas "pueden prepararse para la utilización" de la situación directiva en el Partido, pero lo que hay es que hasta ahora su experiencia de dicha utilización, su preparación no influnden ninguna esperanza respecto a la transformación de la posibilidad en realidad.

    Vperiod decía con exactitud en qué consiste precisamente la "posibilidad" real "de mantener el Poder en nuestras manos" : en la dictadura revolucionario-democrática del proletariado y de los campesinos, en su fuerza de masa conjunta, capaz de superar todas las fuerzas de la contra rrevolución, en su coincidencia inevitable de intereses en relación con las transformaciones democráticas. La resolución de la Conferencia tampoco da nada positivo en este sentido, limitándose sólo a soslayar la cuestión. Pues la posibilidad de sostener el Poder en Rusia debe estar condicionada por la composición de las fuerzas sociales de Rusia misma, por las condiciones de la revolución democrática que actualmente se está desarrollando en nuestro país. Pues la victoria del proletariado en Europa (y de la extensión de la revolución a Europa hasta la victoria del proletariado hay aún una cierta distancia) provocará una lucha contrarrevolucionaria desesperada de la burguesía rusa; y la resolución de los neoiskristas no dice ni una palabra sobre esta fuerza contrarrevolucionaria, cuya importancia es evaluada en la resolución del III Congreso del P.O.S.D.R. Si en la lucha por la república y la democracia no pudiéramos apoyarnos en los campesinos, además del proletariado, el "mantener el Poder" sería entonces una causa perdida. Si no es una causa perdida, si la "victoria decisiva de la revolución sobre el zarismo" abre una posibilidad tal, debemos entonces indicarla, incitar activamente a su transformación en realidad, dar consignas prácticas, no sólo para el caso de que la revolución pase a Europa, sino también para que dicha extensión se lleve a cabo. ¡Los seguidistas de la socialdemocracia, al referirse a los "limitados marcos históricos de la revolución rusa", no hacen más que encubrir la concepción limitada que tienen de las tareas de esta revolución democrática y del papel avanzado del proletariado en esta revolución!

    Una de las objeciones contra la consigna de "dictadura revolucionario-democrática del proletariado y de los campesinos" consiste en que la dictadura presupone la "unidad de voluntad" (Iskra, núm. 95), y la unidad de voluntad entre el proletariado y la pequeña burguesía es imposible. Esta objeción es inconsistente, porque se halla fundada en la interpretación abstracta, "metafísica", de la noción "unidad de voluntad". La voluntad puede estar unida en un sentido y no unida en otro. La ausencia de unidad en las cuestiones del socialismo y en la lucha por el socialismo no excluye la unidad de voluntad en las cuestiones del democratismo y en la lucha por la república. Olvidar esto significaría olvidar la diferencia lógica e histórica entre la revolución democrática y la revolución socialista. Olvidar esto significaría olvidar el carácter popular general de la revolución democrática : si es "popular", esto significa que hay "unidad de voluntad" precisamente en tanto en cuanto esa revolución satisface las necesidades y las exigencias del pueblo en general. Más allá de los límites del democratismo, ni siquiera se puede hablar de unidad de voluntad entre el proletariado y la burguesía campesina. La lucha de clases entre ellos es inevitable, pero en el terreno de la república democrática esta lucha será la lucha popular más profunda y más vasta por el socialismo. La dictadura revolucionario-democrática del proletariado y de los campesinos tiene, como todo en el mundo, su pasado y su porvenir. Su pasado es la autocracia, el régimen de la servidumbre de la gleba, la monarquía, los privilegios. En la lucha contra este pasado en la lucha frente a la contrarrevolución, es posible la "unidad de voluntad" del proletariado y de los campesinos, pues hay unidad de intereses.

    Su porvenir es la lucha contra la propiedad privada, la lucha del obrero asalariado contra el patrono, la lucha por el socialismo. Aquí la unidad de voluntad es imposible[*] . Aquí nos hallamos en presencia no del camino que va de la autocracia a la república, sino del camino que conduce de la república democrática pequeño-burguesa al socialismo.

    Naturalmente, en la situación histórica concreta se entrelazan los elementos del pasado y del porvenir, se confunden uno y otro camino. El trabajo asalariado y su lucha contra la propiedad privada existe también bajo la autocracia, nace incluso bajo el régimen feudal. Pero esto no nos impide en lo más mínimo distinguir lógica e históricamente las grandes fases del desarrollo. Pues todos nosotros contraponemos la revolución burguesa y la socialista, todos nosotros insistimos incondicionalmente en la necesidad de establecer una distinción rigurosa entre las mismas, pero ¿se puede negar que en la historia elementos aislados, particulares de una y otra revolución se entrelazan? ¿Acaso la época de las revoluciones democráticas en Europa no registra una serie de movimientos socialistas y de tentativas socialistas? ¿Y acaso la futura revolución socialista en Europa no tendrá todavía mucho que hacer en el sentido del democratismo?

    El socialdemócrata no debe olvidar nunca, ni por un instante, la inevitabilidad de la lucha de clase del proletariado por el socialismo, contra la burguesía y la pequeña burguesía más democráticas y republicanas. Esto es indiscutible. De esto se desprende la necesidad absoluta de un partido separado e independiente y rigurosamente clasista de la socialdemocracia. De aquí se desprende el carácter temporal de nuestra consigna de "batir junto" con la burguesía, el deber de vigilar rigurosamente "al aliado como si se tratara de un enemigo", etc., etc. Todo esto no ofrece tampoco la menor duda. Pero sería ridículo y reaccionario olvidar, desconocer o menospreciar, a causa de ello, las tareas esenciales del momento, aunque sean transitorias y temporales. La lucha contra la autocracia es una tarea temporal y transitoria de los socialistas, pero todo desconocimiento o menosprecio de esa tarea equivale a traicionar al socialismo y servir a la reacción. La dictadura revolucionario-democrática del proletariado y de los campesinos, es indiscutiblemente sólo una tarea transitoria y temporal de los socialistas, pero desentenderse de esta tarea en la época de la revolución democrática es directamente reaccionario.

    Las tareas políticas concretas hay que plantearlas en la situación concreta. Todo es relativo, todo fluye, todo se modifica. La socialdemocracia alemana no incluye en el programa la reivindicación de la república. En dicho país, la situación es tal, que esta cuestión se puede difícilmente separar en la práctica de la cuestión del socialismo (¡si bien con respecto a Alemania, Engels, en sus observaciones sobre el proyecto de programa de Erfurt, en 1891, ponía en guardia contra la tendencia a menospreciar la importancia de la república y de la lucha por la misma! [ 21] ). En la socialdemocracia de Rusia ni siquiera ha surgido la cuestión de suprimir la reivindicadón de la república del programa y de la agitación, pues en nuestro país no se puede ni siquiera hablar de que exista un lazo indisoluble entre la cuestión de la república y la cuestión del socialismo. Un socialdemócrata alemán de 1898, que no colocara en primer término la cuestión especial de la república, era un fenómeno natural que no provocaba ni sorpresa ni censura. Un socialdemócrata alemán, que en 1848 dejara en la sombra la cuestión de la república, hubiera sido sencillamente un traidor a la revolución. No existe la verdad abstracta. La verdad es siempre concreta.

    Llegará un tiempo -- cuando haya terminado la lucha contra la autocracia rusa, cuando haya pasado para Rusia la época de la revolución democrática -- en el que será ridículo incluso hablar de la "unidad de voluntad" del proletariado y de los campesinos, de la dictadura democrática, etc. Entonces pensaremos de un modo inmediato en la dictadura socialista del proletariado y hablaremos de ella de un modo más detallado. Pero en la actualidad, el Partido de la clase de vanguardia no puede dejar de aspirar del modo más enérgico a la victoria decisiva de la revolución democrática sobre el zarismo. Y la victoria decisiva no es otra cosa que la dictadura revolucionario-democrática del proletariado y de los campesinos.


Observación
[22] .

    1. Recordamos al lector que en la polémica de Iskra con Vperiod, la primera aludía, entre otras cosas, a la carta de Engels a Turati en la que Engels ponía en guardia al jefe (futuro) de los reformistas italianos para que no confundiese la revolución democrática y la revolución socialista[ 23] . La revolución que se avecina en Italia -- escribía Engels a propósito de la situación política de Italia en 1894 --, será pequeñoburguesa, democrática y no socialista. Iskra reprochaba a Vperiod el haberse apartado del principio establecido por Engels. Este reproche es injusto, pues Vperiod (núm. 14)[*] reconocía plenamente en general la justeza de la teoría de Marx sobre las diferencias de las tres fuerzas principales de las revoluciones del siglo XIX. Según esta teoría, actúan contra el viejo régimen, contra la autocracia, el feudalismo y la servidumbre 1) la gran burguesía liberal; 2) la pequeña burguesía radical; 3) el proletariado. La primera no lucha más que por una monarquía constitucional; la segunda, por una república democrática, y el tercero por una revolución socialista. La confusión de la lucha pequeñoburguesa a favor de la revolución democrática completa con la lucha proletaria a favor de la revolución socialista amenaza a un socialista con el hundimiento político. Esta advertencia de Marx es completamente justa. Pero precisamente por esta razón es errónea la consigna de "comunas revolucionarias", pues las comunas que se conocen en la historia confundían la revolución democrática y la revolución socialista. Por el contrario, nuestra consigna de dictadura democrática revolucionaria del proletariado y de los campesinos nos preserva por completo de ese error. Nuestra consigna reconoce incondicionalmente el carácter burgués de la revolución, que no es capaz de rebasar de un modo inmediato el marco de una revolución solamente democrática; al propio tiempo, nuestra consigna impulsa adelante esta revolución concreta, trata de darle las formas más convenientes para el proletariado, trata, por lo tanto, de aprovechar al máximo la revolución democrática para que la lucha que ha de seguir el proletariado por el socialismo tenga el mayor éxito.

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* El desarrollo del capitalismo, todavía más vasto y rápido bajo la libertad, inevitablemente pondrá rápido fin a la unidad de voluntad tanto más tápido cuanto con mayor rapidez sea aplastada la contrarrevolución y la reacción.

* Véase V. I. Lenin, Obras Completas, t. VIII. (N. de le Red.)


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